Verba volant, scripta manent

martes, 10 de septiembre de 2019

El hundimiento del Valbanera

El Valbanera

Esta noche del 9 al 10 de septiembre de 2019, se cumplen cien años de la que está considerada la mayor tragedia de la marina civil española: el hundimiento en las costas de Florida del vapor Valbanera, con casi 500 personas a bordo.

Construido en los astilleros Charles Connell & Co. Ltd. de Glasgow en 1906 y entregado en noviembre de ese año a la naviera gaditana Pinillos, Izquierdo y Compañía, el Valbanera recibió ese nombre en honor a la Virgen de la Valvanera, patrona de La Rioja, aunque en algún momento alguien cometió un error ortográfico cambiando una v por una b. El Valbanera tenía 121'9 metros de eslora, 14'6 de manga y 6'5 de calado, y poseía dos motores Dunsmuir & Jackson de propulsión alternativa de triple expansión, de 444 caballos y que le permitían alcanzar una velocidad de 12 nudos.


El Valbanera era un buque mixto de carga y pasajeros destinado principalmente al transporte de emigrantes. Así, de las cuatro clases con las que contaba (Primera, Segunda, Tercera y Emigrante) era la última y más económica la que constituía la mayor parte de los 1200 pasajeros que podía transportar. Los precios del pasaje iban de las 1250 pesetas que pagaban los pasajeros de Primera a las 75 que costaban los billetes más económicos, cuyos poseedores no viajaban en camarotes, sino en literas en los entrepuentes de las bodegas. El buque fue asignado a la ruta que conectaba los puertos mediterráneos y canarios con EEUU y el Caribe, aunque durante la Primera Guerra Mundial estuvo adscrito a la ruta de América Central y ocasionalmente también visitó puertos de Brasil y Argentina.

El Valbanera fue protagonista de una gran polémica solo unos meses antes de su hundimiento. En julio de 1919, el buque partió de La Habana con más de 1600 pasajeros, en su mayor parte emigrantes que regresaban a sus lugares de origen, una cantidad que excedía notablemente la capacidad del barco. Cientos de pasajeros se vieron obligados a viajar hacinados en cubierta, soportando adversas condiciones metereológicas. Muchos de ellos enfermaron de gripe (la epidemia de gripe española se encontraba en su apogeo en todo el mundo) e incluso una treintena de ellos fallecieron, siendo sus cuerpos sepultados en el mar. A su llegada a Las Palmas, el 16 de julio, se desató una oleada de indignación popular, y la prensa local pidió insistentemente el procesamiento del capitán y el médico del barco, así como sanciones a la compañía. El capitán fue destituido de su puesto (según algunas fuentes, como chivo expiatorio, y según otras, porque iba a denunciar a la naviera) y sustituido por el capitán Ramón Martín Cordero, un joven pero experto capitán de 34 años con experiencia al mando de otros buques de la naviera Pinillos como el Conde Wilfredo o el Balmes.

El capitán Ramón Martín Cordero (1885-1919) 

El 10 de agosto de 1919 el Valbanera partía del puerto de Barcelona para el que habría de ser su último viaje, sin embarcar pasajeros pero si carga, varias balas de tejidos. El 13 zarpó de Málaga habiendo embarcado 34 pasajeros y varias partidas de vinos, aceitunas y frutos secos. Al día siguiente embarcó a otras 521 personas en el puerto de Cádiz, para a continuación poner rumbo a las Canarias. Otros 259 pasajeros embarcaron en Las Palmas el 17 de agosto, 212 en Tenerife el 18 y 106 más el 21 en La Palma. Cuando partió de las islas rumbo a San Juan de Puerto Rico, Santiago de Cuba, La Habana, Nueva Orleans y Galveston, iban a bordo 1142 pasajeros y 88 tripulantes. Al salir del puerto de La Palma, se dijo que había perdido el ancla de estribor, lo que muchos marineros consideraban un mal augurio.

Tras una travesía sin incidentes (aunque algunos pasajeros hablaron luego de que el Valbanera presentaba cierta escora a estribor durante todo el viaje) y hacer escala en San Juan de Puerto Rico, el buque llegó a Santiago de Cuba el 5 de septiembre. Allí se produjo uno de los sucesos extraños de aquel viaje; pese a que la mayoría de los pasajeros tenían billete hasta La Habana, 842 decidieron desembarcar en Santiago. Se han propuesto varias teorías: que muchos de ellos habían sabido que sus lugares de destino estaban más cerca de Santiago que de La Habana, que el billete para La Habana era más barato y por eso muchos lo compraron pese a tener como destino Santiago, o sencillamente porque no tenían confianza en el barco y preferían desembarcar lo antes posible. El Valbanera partió de Santiago rumbo a La Habana el 7 de septiembre, con 488 personas a bordo, mientras en el Golfo se gestaba un violento huracán que tenía su origen en las Antillas Menores.


¿Sabía el capitán Cordero que se avecinaba un temporal de esa magnitud?. No se sabe con certeza. Unos dicen que no (en aquellos tiempos, los sistemas de predicción meteorológica eran bastante limitados) y otros que si lo sabía, pero confiaba en llegar a La Habana antes de que la tempestad los alcanzara. Sin embargo, el 9 de septiembre el huracán golpeaba la costa cubana con toda su intensidad. Esa noche los vigías del Castillo del Morro, a la entrada del puerto de La Habana, vieron las luces de un barco que mediante el alfabeto morse solicitaba la asistencia del práctico, unas luces que también fueron vistas desde la cubierta del Montevideo, otro buque anclado en el puerto. Los vigías del Morro respondieron advirtiendo al barco (que se supone era el Valbanera) que el puerto estaba cerrado y las condiciones no permitían la salida del práctico, a lo que el barco respondió diciendo que se dirigiría a alta mar para capear allí el temporal. Y es lo último que se supo de él.

Aquel huracán, el único de aquel año, se conoce como "el huracán de los Cayos de Florida de 1919". Tras pasar por las costas de las Bahamas y Cuba, tocó tierra el día 10 en Florida, aunque sus efectos alcanzaron también a Louisiana y Texas. Cerca de 800 personas murieron, y aún hoy en día sigue siendo el noveno huracán con más víctimas de los sufridos por los EEUU.


Una vez pasado el temporal, y ante la falta de noticias del Valbanera, las autoridades iniciaron una gran operación de búsqueda, movilizando a varios buques de la Armada cubana y contando con la ayuda de los efectivos de la base naval norteamericana de Cayo Hueso. No fue hasta el día 19 en el que el buque caza-submarinos USS C203 de la marina norteamericana observó algo extraño sobresaliendo de las aguas en las cercanías de un banco de coral llamado Half Moon Shoal, a 45 millas al oeste de Cayo Hueso. Al acercarse para investigar, descubrieron que era el Valbanera, que se había hundido en un bajo arenoso, volcado sobre su costado de estribor, en una zona en la que apenas había 12 metros de profundidad, por lo que el mástil de proa y los pescantes de babor sobresalían de la superficie del agua. Debió de haberse hundido con gran rapidez, ya que los botes salvavidas permanecían en sus lugares sin que aparentemente nadie hubiera intentado botarlos. Por su orientación, se supone que trataba de regresar hacia las costas de Cuba cuando había encallado en el bajo arenoso, seguramente porque no lo vio debido al estado del mar, y el embate de las olas había acabado por sumergirlo. No hubo ninguna transmisión pidiendo ayuda, por lo que se cree que la tempestad había arrancado la antena del telégrafo. No hubo supervivientes ni se pudo rescatar ningún cadáver.

Al saberse del hundimiento del buque, los pasajeros que habían desembarcado en Santiago se apresuraron a escribir a sus familias para hacerles saber que estaban bien. No obstante, la incomprensible decisión de las autoridades cubanas de no hacer pública la lista de pasajeros desembarcados hizo que muchas familias vivieran en la incertidumbre durante meses sin saber si sus parientes se habían salvado o no. La naviera Pinillos trató de encontrar alguna empresa de salvamento que pudiera reflotar el vapor, o al menos rescatar los cadáveres que pudiera haber en su interior, sin éxito. Desde entonces, el pecio del Valbanera permanece en el mismo lugar. En abril de 1924 una tempestad destruyó los restos emergidos del buque. Algunos de los restos del barco fueron rescatados a lo largo de las décadas. Así, en 1942 la marina norteamericana rescató algunas de las planchas del costado de babor para emplearlas en el blindaje de sus navíos. En 1963 un chatarrero local logró recuperar la hélice de babor. De la misma manera, el experto en naufragios Fernando José García Echegoyen ha dirigido entre 1992 y 1996 tres expediciones para filmar los restos del Valbanera y rescatar algunos objetos del pecio.


El hundimiento del Valbanera, unido al del Príncipe de Asturias tres años antes en las costas brasileñas (al que el Valbanera arrebató el dudoso honor de ser la peor tragedia de la historia de la marina civil española) supuso también en la práctica el final de la naviera Pinillos. Solo dos años después, en 1921, la compañía pasó a estar controlada por la Compañía Transoceánica de Barcelona. En 1923 Miguel Martínez de Pinillos, nieto del fundador, crearía una nueva naviera, a la que llamó Líneas Pinillos, pero que ya no se dedicaría a las rutas transatlánticas, sino que se centraría en conectar la Península Ibérica y las islas Canarias.

El pecio del Valbanera es bien conocido por los pescadores de la zona de los Cayos, que lo llaman "The Ghostship of the Quicksands" ("El barco fantasma de las arenas movedizas") o, de manera mucho menos afortunada, "The Wreck of the Whores", "El pecio de las putas", en referencia a una leyenda que dice que al Valbanera no se le permitió entrar en el puerto de La Habana por llevar a bordo a un grupo de prostitutas destinadas a los burdeles de la capital cubana. Ernest Hemmingway, que solía pescar en las proximidades del pecio, escribió un relato corto titulado "After the Storm" ("Después de la tormenta"), publicado en 1933 e inspirado en el naufragio del Valbanera.

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