Verba volant, scripta manent

sábado, 28 de enero de 2012

La conspiración de Cato Street

Ejecución de los conspiradores de Cato Street

Si hiciéramos una recopilación de los motines, golpes de estado, asonadas, conspiraciones y sublevaciones varias que han ocurrido sólo en Europa desde la Edad Media hasta nuestros días, seguramente necesitaríamos un grueso tomo sólo para enunciarlas (si lo extendiésemos al resto del mundo, necesitaríamos una enciclopedia entera). Algunos fueron multitudinarios y otros muy minoritarios, algunos famosos y otros prácticamente desconocidos, algunos muy bien planeados y otros... en fin, digamos sencillamente que "no tanto". Hoy voy a hablaros de una conspiración que encaja mejor en los segundos.
Sucedió en Gran Bretaña en 1820. Una época confusa y de cambios vertiginosos. La revolución francesa; el inicio de otra revolución, la industrial; las guerras napoleónicas, que habían acabado hacía poco. En fin, se vislumbraba la llegada de una nueva era y el final del antiguo régimen. Por todas partes surgían voces que pedían mayores libertades y profundos cambios sociales, impulsados por la burguesía, una nueva clase social que se iba enriqueciendo y aspiraba a ganar mayores cuotas del poder que hasta entonces monopolizaba la aristocracia. Pero el gobierno británico, controlado mayoritariamente por el partido conservador, se resistía ferozmente a permitir cambios en el orden social, llegando a los extremos de suspender derechos como el habeas corpus y limitar la libertad de prensa, para poner coto a esas nuevas teorías.
Entre las numerosas sociedades progresistas y radicales que surgían casi a diario estaba la llamada Sociedad de Filántropos Spenceanos, así llamada porque eran seguidores de las teorías de Thomas Spence, un abogado y profesor en cuyo ideario figuraban propuestas tales como la abolición de la aristocracia, la redistribución de la propiedad de la tierra, el sufragio universal, un sistema de protección para los desempleados o un acta de derechos de los niños. Esta sociedad estaba formada por unas decenas de miembros, casi todos pequeños comerciantes y artesanos, y su presidente era un tal Arthur Thistlewood, antiguo granjero y agrimensor de fuerte carácter. Sus reuniones tenían lugar en diversas tabernas londinenses.
El 29 de enero de 1820 fallecía el rey Jorge III, agravando la crisis política que vivía el país. Es entonces cuando a un grupo de Spenceanos, cada vez más radicalizados, se les ocurre la idea de asesinar al gobierno en pleno. Así, como suena. Su plan consistía en aprovechar una cena que el presidente del Consejo, lord Harrowby, ofrecería en su casa al resto del gabinete, incluído el primer ministro lord Liverpool. Un grupo de hombres entraría en la casa de lord Harrowby armados, y tras reducir a la guardia y a los criados, asesinarían a los miembros del gobierno. Y luego, como toque gore, planeaban decapitar los cadáveres y colgar las cabezas en el puente de Westminster. Con esta acción, pensaban que provocarían una insurrección general del pueblo británico que conseguiría, de una vez por todas, el ansiado cambio político y social. Thistlewood se puso manos a la obra y consiguió reclutar en poco tiempo hasta veintisiete hombres dispuestos a participar.
Lo que no sabían los Spenceanos era que uno de sus miembros, George Edwards, lugarteniente de Thistlewood y uno de los más entusiastas defensores del plan, era en realidad un agente de las autoridades que tenía a éstas al corriente de todo lo que planeaban. Y así, el 23 de febrero, un grupo de policías entró en un pequeño apartamento en Cato Street (una callejuela cerca de Edgware Road, en el barrio londinense de Marylebone) en el que se reunían los conspiradores y arrestó a la mayor parte de ellos. Thistlewood (que durante el tumulto mató a uno de los policías) y algunos más lograron huir, pero fueron capturados en los días siguientes.
Los conspiradores (conocidos ya como "los conspiradores de Cato Street") fueron juzgados y condenados por alta traición, acusados de numerosos delitos (básicamente, conspiración para asesinar a los miembros del gobierno, para subvertir la Constitución e incitar a la sublevación). Sus defensores trataron de culpar a Edwards de ser el principar instigador de la conspiración, pero no sirvió de nada. Dos de los involucrados en el complot accedieron a testificar contra sus compañeros a cambio de ser indultados. Diez de los detenidos fueron condenados a muerte, aunque a cinco de ellos se les conmutó la pena por la de destierro de por vida a Australia. Los otros cinco (incluído Thistlewood) fueron ahorcados y posteriormente decapitados en la prisión de Newgate, el 1 de mayo.

Arthur Thistlewood (1774-1820), el líder de la "conspiración de Cato Street"

1 comentario:

  1. O sea que murieron por gusto, que pena, a ese país y su monarquía perpetua, no la cambia ni el Conavid 19.

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