George Graham Vest (1830-1903) |
George Graham Vest fue un político y abogado norteamericano famoso por su talento como orador. Nacido en Francfort (Kentucky) en 1830, ejerció como abogado en Kentucky tras licenciarse y en 1853 partió con intención de instalarse en California. Pero a su paso por Pettis County (Missouri) aceptó defender en un juicio a un joven negro acusado de asesinato. Gracias a su excelente defensa, su cliente fue absuelto, pero una horda furiosa acabó linchándolo y estuvo a punto de hacer lo mismo con Vest. Tamaña injusticia le llevó a cambiar de planes y se quedó en Missouri, instalándose junto a su esposa en Georgetown.
Además de ejercer como abogado, también se dedicó a la política, siendo elegido en 1860 congresista del Parlamento de Missouri y presidente del Comité de Relaciones Federales. En 1861 escribió y publicó las llamadas Resoluciones Vest, donde denunciaba las coacciones a las que a su juicio estaba sometido el Sur.
Al estallar la Guerra de Secesión, Vest sirvió en el bando sudista como abogado militar y congresista en el Congreso de los Estados Confederados de América. Tras la guerra, retomó su carrera de abogado y se instaló en Sedalia (Missouri). En 1869 aceptaría participar en el juicio que lo haría famoso.
El juicio en si parecía cuando menos irrelevante y poco llamativo. Un granjero llamado Leonidas Hornsby había matado de un disparo al perro de su cuñado Charles Burden, un foxhound llamado Old Drum. Previamente, Hornsby había anunciado que mataría a cualquier perro que se atreviese a entrar en su propiedad. Y Burden, furioso, había denunciado a su cuñado ante la justicia, contratando a Vest como abogado.
Vest, en lugar de centrar su acusación en los testigos y las pruebas de cargo contra Hornsby, convirtió sus alegaciones en un encendido elogio de las cualidades de los perros como animales de compañía. Durante el juicio había prometido que "o gano o me disculparé en persona ante todos y cada uno de los perros de Missouri". Su alegato final, que con el tiempo acabaría siendo conocido como "Elogio del perro", es sin duda uno de los momentos culminantes de su carrera y una obra maestra de la retórica y la oratoria. El alegato no se conserva íntegro, pero si una transcripción parcial.
Caballeros del jurado: el mejor amigo que un hombre tenga en este mundo puede volverse contra él y convertirse en su enemigo. Su hijo o hija a los que ha criado con amoroso cuidado pueden resultar ingratos. Aquellos que son más cercanos y queridos para nosotros, aquellos a los que confiamos nuestra felicidad y nuestro buen nombre, pueden traicionar esa confianza. El dinero que un hombre posee, puede perderlo. Volará lejos de él, quizás cuando más lo necesite. La reputación de un hombre puede ser sacrificada en un momento de irreflexión. La gente que está dispuesta a postrarse de rodillas para honrarnos cuando el éxito está con nosotros puede ser la primera en lanzar la piedra de la maldad cuando el fracaso asiente su nube sobre nuestras cabezas. El único amigo absolutamente desinteresado que un hombre puede tener en este mundo egoísta, el único que nunca le abandonará y el único que nunca será desagradecido o traicionero es su perro.
Caballeros del jurado: el perro de un hombre permanece a su lado en la prosperidad y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Dormirá en el frío suelo, donde soplan los vientos invernales y la nieve cae intensamente, con tal de poder estar cerca de su amo. Besará la mano que no tenga comida que ofrecerle, lamerá las heridas y las llagas provocadas por sus encuentros con la rudeza del mundo. Vigilará el sueño de su amo mendigo como si fuera un príncipe. Permanecerá a su lado cuando todos los demás amigos le hayan abandonado. Cuando las riquezas vuelen y la reputación caiga hecha pedazos, él seguirá constante en su amor como el sol en su viaje a través de los cielos.
Si el infortunio convierte al amo en un paria para el mundo, sin amigos y sin hogar, el fiel perro no pide otro privilegio mayor que el de acompañarle para protegerle del peligro, luchar contra sus enemigos, y cuando el último acto llega, y la muerte toma al amo en su abrazo y su cuerpo yace en la fría tierra, no importa si todos sus demás amigos siguen su camino, porque junto a su tumba el noble perro se encontrará, con la cabeza entre sus patas, sus ojos tristes pero abiertos en atenta vigilancia, fiel y leal incluso hasta la muerte.
Cuentan que, tras acabar su alegato, los miembros del jurado, rudos hombres de Missouri, hacían verdaderos esfuerzos para contener las lágrimas, mientras entre el público varias personas sozollaban por la emoción. Vest ganó el caso (algunas fuentes sin confirmar afirman que a Hornsby se le impuso una multa de 500 $, superior incluso a la que dictaba la ley) y asimismo ganó la apelación en el Tribunal Supremo de Missouri. Frente al tribunal de Warrensburg existe hoy en día una estatua en homenaje a Old Drum y al alegato de Vest.
A Vest se le atribuye haber pronunciado por primera vez en este juicio una frase que con el tiempo se hizo tremendamente popular: El perro es el mejor amigo del hombre.
Vest se instaló en 1877 en Kansas City, donde sería elegido senador de los EEUU en 1879. Durante sus legislaturas participó en varias comisiones y destacó como defensor del Parque Nacional de Yellowstone frente a los intereses de empresas ferroviarias, madereras y mineras, presentando y logrando que se aprobase una ley que obligaba a que todo contrato o concesión sobre el Parque tuviese que ser aprobado primero por la Secretaría de Interior. Conservaría el escaño hasta 1903, en que se retiró a la vida privada, hasta su muerte en Sweet Springs (Missouri) el 9 de agosto de 1904. A su muerte era el último congresista confederado que seguía con vida.
Y para terminar, también se le atribuye ser el autor de otra popular frase muy utilizada: La historia la escriben los vencedores. Aunque su origen no es seguro, si se sabe que fue él el primero en utilizarla, en un discurso que dio en 1891 en un encuentro de antiguos confederados en Missouri.
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