La historia de la espada de Damocles aparece por primera vez en las Historias escritas por el historiador griego Timeo de Tauromenio (de las que dedica cinco tomos a la historia de Sicilia) escritas en la transición del siglo IV al III a. C. Según cuenta, Damocles era un cortesano de la corte de Dionisio I el Viejo, tirano de Siracusa del 405 al 367 a. C. Este tal Damocles era un hombre a la vez sumamente adulador y envidioso de las riquezas y el poder de su señor; se pasaba el día diciendo cosas como "Ah, que poderoso es Dionisio, ojalá yo también lo fuera", "Si yo tuviera su poder", "Si yo estuviera en su lugar"... Enterado Dionisio de los deseos de su siervo, decidió darle un escarmiento y le hizo llamar a su presencia, ofreciéndole ocupar su trono durante un día para que pudiera gozar de los privilegios de su posición. Un gran banquete fue organizado en honor de Damocles, quien, sentado en el trono, disfrutaba de los exquisitos manjares que le servían hermosas jóvenes. Sólo al final del banquete Dionisio le hizo ver que, justo encima de donde estaba sentado, pendía una pesada y afiladísima espada, sostenida únicamente por un delgado hilo, que amenazaba con caer sobre él en cualquier momento, como símbolo de los peligros y amenazas que debía de soportar aquel que se sentase en el trono. Inmediatamente, dándose cuenta de su imprudencia y su insensatez, Damocles rogó a Dionisio volver a ocupar su puesto, puesto que había dejado de apetecerle esa clase de fortuna.
Desde entonces, se le llama espada de Damocles a cualquier peligro constante que puede ser desencadenado de improviso, con un trágico desenlace, a veces a causa de un cambio mínimo.
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