Insignia del 442 Regimental Combat Team |
Tras el ataque japonés a Pearl Harbour en diciembre de 1941, se extendió por todo Estados Unidos una ola de paranoia y odio a Japón que hacía que cualquier ciudadano de origen nipón fuese visto por el resto de la ciudadanía como un potencial espía o agente enemigo. Unos prejuicios azuzados por la prensa y que llevaron al presidente Franklin D. Roosevelt a tomar una de las medidas más ignominiosas de la historia estadounidense: el 19 de febrero de 1942 firmaba la llamada orden ejecutiva 9066 que autorizaba la creación de áreas vigiladas por el ejército y bajo la jurisdicción del Secretario de Defensa en las que estaba restringido el derecho de las personas a moverse con libertad. En la práctica, la orden sirvió para recluir en campos de internamiento a aquellos ciudadanos considerados "sospechosos", es decir, a aquellos de origen japonés. Entre 110000 y 120000 ciudadanos (en todo el territorio continental de EEUU había unos 127000, la mayoría en la Costa Oeste) fueron obligados a abandonar sus hogares e instalarse en alguno de los 10 campos que se crearon ex-profeso. De ellos, apenas 30000 habían nacido en Japón; el resto eran nisei (Hijos de emigrantes pero ya nacidos en EEUU) y sansei (americanos de tercera generación). La mayoría se vieron obligados a malvender sus hogares y posesiones, y los que no lo hicieron vieron cómo sus propiedades eran usurpadas por sus vecinos o incautadas por el Gobierno. Además, también fueron a parar a esos campos miles de ciudadanos de origen japonés de países latinoamericanos (Perú, México, Panamá, Venezuela, Colombia, Bolivia, Ecuador...) que habían llegado a acuerdos con el gobierno norteamericano. Los únicos que se negaron a tales acuerdos fueron Argentina, Chile y Paraguay.
La excepción fue Hawai. En aquel territorio los ciudadanos de origen nipón suponían un tercio de la población, más de 150000 personas, y su internamiento, además de ser extremadamente costoso y logísticamente muy complicado, habría hundido la economía de las islas. Por ello se limitaron a declarar la ley marcial en todo el territorio. Dada la escasez de efectivos, también se permitió a los hawaianos de origen japonés permanecer formando parte de la Guardia Nacional de Hawai (un cuerpo de reserva formado por voluntarios); una de las primeras medidas tomadas por el Secretario de Defensa había sido prohibir el alistamiento de los americanos de ascendencia japonesa y licenciar a los que ya estaban en el ejército. Sin embargo, el teniente general Emmons, comandante del ejército en Hawai, no se fiaba del todo de esos soldados, y recomendó trasladarlos a territorio continental. Así, los soldados de origen nipón de los regimientos de infantería 298º y 299º (un total de 1432 hombres) fueron agrupados en el llamado Batallón Provisional Hawaiano y enviados al Campo McCoy (Wisconsin) a principios de junio de 1942. Poco después la unidad sería renombrada como 100º Batallón de Infantería.
El emblema y la insignia del 100º Batallón |
En enero de 1943, el 100º Batallón fue enviado a Camp Shelby (Mississippi) para recibir entrenamiento avanzado, teniendo que soportar el mismo recibimiento hostil que habían sufrido en Wisconsin. Sus excelentes resultados llevaron a Roosevelt a levantar el veto al alistamiento de los nipo-americanos el 1 de febrero de 1943 y a aprobar la formación de una unidad de combate compuesta exclusivamente con estos soldados. Sólo en Hawai se presentaron más de 10000 voluntarios (en el continente sólo lo hicieron unos 1200; muchos prefirieron quedarse cuidando de sus familias en los campos de internamiento). Finalmente, unos 3800 hombres (3000 de ellos hawaianos) fueron elegidos para formar el 442º Infantry Regimiental Combat Team, que incluía al Regimiento 442º de Infantería (con tres batallones), el batallón 552º de Artillería de Campo, la 232ª Compañía de Ingenieros y varias unidades auxiliares, todas ellas formadas íntegramente por soldados de origen japonés. Como lema de la unidad eligieron "Go for Broke" ("Ir a por todas").
El 442º y el 100º Batallón coincidieron brevemente en Camp Shelby. Los soldados de ambas unidades habían pedido ser enviados al frente lo antes posible, e incluso se habían ofrecido voluntarios para ir a combatir contra las tropas japonesas, pero sus superiores no lo encontraron adecuado y prefirieron enviarlos al frente europeo (unas precauciones que no se tomaron con los soldados de origen italiano o alemán). Al final, sólo un puñado de soldados de origen japonés serían destinados al Pacífico, para actuar como traductores o agentes de inteligencia.
En agosto de 1943, el 100º Batallón (que había elegido como lema "Recordad Pearl Harbor") fue enviado a Europa, mientras el 442 proseguía su entrenamiento. El 2 de septiembre llegaban a Argelia, asignados al 133º Regimiento de Infantería, y el 19 de septiembre desembarcaban al sudeste de Nápoles con el resto de la 34ª División del ejército norteamericano. Su bautismo de fuego tuvo lugar diez días después, tomando Benevento, un estratégico nudo de comunicaciones, bajo un intenso fuego de artillería. Tomaron parte luego en el sangriento asalto a Monte Cassino, a partir de enero de 1944. Allí tuvieron que soportar durísimos combates, asaltos a posiciones fortificadas, y empezaron a ganarse fama de ser una unidad dispuesta a combatir en cualquier situación y a asumir los mayores riesgos. Eso si, a un coste muy elevado: las bajas (muertos y heridos) redujeron el batallón original de 1300 soldados a apenas 500, obligando a traer refuerzos desde Camp Shelby. El elevado número de bajas hizo que el batallón empezara a ser llamado "el batallón de los Corazones Púrpura" (el Corazón Púrpura es la condecoración que el ejército norteamericano concede a los soldados muertos o heridos en combate).
Después de Monte Cassino vino la batalla de Anzio, donde las tropas alemanas tenían cercadas a los norteamericanos que habían desembarcado en enero. El 100º Batallón, junto al resto de la 34ª División, ayudó a romper el cerco alemán y luego continuó su avance hacia el norte, hacia Roma, siempre en vanguardia, despejando la ruta para las tropas que venían detrás. Pero, el 10 de junio de 1944, cuando se encontraban a apenas quince kilómetros de la capital, tras eliminar el último reducto de resistencia alemana, los hombres del 100º Batallón recibieron la orden de detenerse y esperar nuevas instrucciones. Allí tuvieron que ver cómo el resto de las tropas llegaba a Roma para participar en el victorioso desfile por sus calles. El general Mark Wayne Clark, comandante en jefe del 5º Ejército de los EEUU, había dado la orden personalmente, ya que al parecer no quería japoneses en "su" desfile. Una decisión que creó no poca polémica, incluso entre los que menos apreciaban a los hombres del 100º, ya que habían hecho méritos más que de sobra para estar presentes.
Los hombres del 100º Batallón no llegarían a entrar en Roma. En su lugar, fueron llevados en camiones a Civitavecchia, donde se reunieron con el 442º Regimiento, llegado días antes a Italia. El 100º Batallón pasó entonces a formar parte del 442, pero, dado sus méritos de combate, se le permitió conservar su denominación original y sus emblemas. La nueva unidad, bajo el mando del coronel Virgil Miller, entró en combate poco después; los días 26 y 27 de junio desalojó a los alemanes de Belvedere, en una brillante acción que le valió a la unidad una Presidential Unit Citation. A continuación siguieron hacia el norte, tomando las localidades de Sasetta y Cecina y dirigiéndose al río Arno. Entre los días 2 y 7 de junio, los hombres del 442 tomaron con gran esfuerzo dos posiciones alemanas estratégicas, la llamada Colina 140 y el pueblo de Castellina Marittima. Los combates continuaron varias semanas mas; cada pueblo antes de llegar al Arno era defendido con ferocidad por los alemanes, y hasta el día 25 de julio no cesó la resistencia. En los algo más de 300 kilómetros recorridos desde Roma el 442º Regimiento había sufrido 1272 bajas, de ellas 256 muertos, lo que hizo necesario la llegada de nuevos refuerzos desde EEUU. Aún así, se dieron casos de soldados heridos que huían de los hospitales sin recibir el alta médica para volver con su unidad.
A finales de agosto de 1944, el 442º Regimiento estaba apostado en la orilla norte del Arno, custodiando los puntos en los que estaba previsto construir puentes para que las tropas aliadas pudieran cruzar el río. El 11 de septiembre fueron separados oficialmente de la 34ª División y asignados a la 36ª para colaborar en la liberación de Francia, salvo la Compañía Antitanque, que fue enviada como refuerzo para el 571º Regimiento de Infantería Aerotransportada, que acababa de desplegarse en el sur. Trasladados a Marsella y tras remontar la cuenca del Ródano, volvieron a la acción en la toma de Bruyères.
Bruyères era un estratégico pueblo en la cordillera de los Vosgos, en el camino directo a Alemania. Sabiendo que era una de las últimas barreras para los aliados antes de llegar a territorio alemán, Hitler había dispuesto una nutrida defensa por toda la región, con numerosas posiciones fortificadas. Bruyères estaba custodiada por cuatro de estas posiciones, llamadas Colina A, B, C y D, todas fuertemente defendidas con artillería y ametralladoras, y con tropas de élite de la Wehrmacht y los Panzergrenadier. La operación, llevada a cabo por los regimientos 142 y 442, se vio además dificultada por el terreno y el clima (bosques, desniveles pronunciados, barrizales, lluvia intensa y bancos de niebla). Aún así, el 18 de octubre eran tomadas las colinas A y B, y a continuación se ocupaba Bruyères. Más difícil fue hacerse con las colinas C y D, que fueron tomadas, reconquistadas por los alemanes en un contraataque y vueltas a tomar por los americanos. Y, mientras el grueso del 442 se dedicaba a asegurar el pueblo, limpiar los campos de minas y desmantelar las fortificaciones alemanas, el 100º Batallón recibió la orden de ocupar la pequeña aldea de Biffontaine, distante apenas 6 o 7 kilómetros.
Aunque aparentemente las tropas alemanas se habían retirado del pueblo, al poco de llegar a Biffontaine el batallón se vio sorprendido por un contraataque alemán que rodeó el lugar, dejándolos aislados. Durante dos días, el 22 y el 23 de octubre, el 100º Batallón resistió los continuos ataques alemanes, luchando casa por casa sin descanso, hasta que pudo recibir ayuda de su regimiento. Esta acción le valió a la unidad su segunda Presidential Unit Citation. Su siguiente parada fue Belmont, donde todavía quedaban algunos reductos de resistencia. Y varios días después les llegó la orden para su misión más controvertida y que más fama les daría: el rescate del Batallón Perdido.
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