El 23 de octubre el 141º Regimiento de Infantería, bajo el mando del coronel Lundquist, lanzó un ataque contra la línea defensiva establecida por los alemanes entre Biffontaine y Rambervillers. El día 26 parte del 1º Batallón del regimiento, que cubría el flanco derecho de la ofensiva, avanzó demasiado y quedó aislado del resto de su unidad, viéndose rodeado por tropas enemigas en un valle entre Biffontaine y La Houssiere. Inmovilizados en un espeso bosque, se vieron obligados a resistir los ataques de las tropas alemanas de élite, los batallones 201º y 202º de Gebirgsjäger (cazadores de montaña), más numerosas y con una posición ventajosa, mientras esperaban ayuda. Sabedor de su situación, el día 27 el general John E. Dahlquist, comandante de la 36ª División, ordenó al 442 romper el cerco y rescatar a los hombres del llamado Batallón Perdido.
Las condiciones a las que se tuvieron que enfrentar los hombres del regimiento eran más que difíciles. Las tropas alemanas, expertas y bien entrenadas, estaban atrincheradas en posiciones elevadas, apoyadas por artillería, ametralladoras y francotiradores. Para llegar a ellas había que vencer un pronunciado desnivel, cruzar la espesura del bosque, caminos embarrados y soportar unas condiciones climatológicas adversas, con lluvia continua y densos bancos de niebla. Las órdenes de Dahlquist causaron malestar en el regimiento. El general había sido también el responsable de dar orden de ocupar Biffontaine, una aldea sin importancia estratégica y fuera de la zona de cobertura de la artillería aliada, que tantos problemas había causado al 100º Batallón. Los soldados del 442 empezaron a creer que Dahlquist sólo los usaba como carne de cañón para no tener que sacrificar a soldados blancos. Sus oficiales, en su mayor parte no japoneses, se quejaron al general, haciéndole ver que un ataque como el que planteaba causaría muchas más bajas que soldados iba a salvar. No obstante, Dahlquist se mantuvo en sus trece. Ni siquiera quiso replantear su decisión cuando el teniente Allan Ohata se negó a conducir a sus hombres a un asalto frontal a una de las posiciones, por considerarlo una misión suicida, una decisión que pudo costarle a Ohata un consejo de guerra (aunque el general no quiso tomar represalias y Ohata acabaría recibiendo la Medalla de Honor años después). La situación del Batallón Perdido se agravaba; los intentos de hacerles llegar comida y municiones mediante paracaídas había fracasado. Finalmente, los hombres del 442 lograron romper las líneas alemanas, tomar sus posiciones (con asaltos frontales a punta de bayoneta; para los alemanes tuvo que ser cuando menos confuso verse atacados por tropas orientales que cargaban contra ellos al grito de ¡Banzai!) y rescatar a los hombres del Batallón el 30 de octubre, pero a un elevadísimo coste: para salvar a los 211 supervivientes, el 442 perdió a más de 800 hombres entre muertos, heridos y prisioneros (42 de ellos fueron a parar al campo de Stalag VII-A en Moosburg y permanecieron allí hasta el final de la guerra).
Después de la agotadora y complicada campaña de los Vosgos, el siguiente destino del 442 fue casi unas vacaciones. Fueron enviados a la Riviera francesa, a vigilar una sección de la frontera franco-italiana, permaneciendo allí cuatro meses. Pese a algunos sobresaltos y alguna baja (causadas en escarceos con patrullas alemanas aisladas o por la explosión de minas) aquellos meses supusieron un remanso de paz que les permitió recuperar a algunos de los heridos e ir acoplando al grupo a nuevos soldados enviados desde EEUU. Humorísticamente, llamaron a aquellos cuatro meses como la "Campaña del champán". Incluso llegaron a capturar un Biber, un pequeño submarino monoplaza alemán destinado al ataque a buques cerca de la costa.
El regimiento volvió al frente a finales de marzo de 1945, siendo enviado a Italia. La excepción fue su batallón de artillería de campo, el 522, que fue separado de la unidad y enviado al norte, a territorio alemán, para ayudar a la 63ª División a combatir en la Línea Sigfrido (fueron los únicos soldados nisei que llegaron a pisar suelo alemán). Allí se convirtió en una unidad móvil de refuerzo, asignado sucesivamente a distintos regimientos en su avance por Alemania. Fueron ellos los que liberaron el campo de concentración de Kaufering IV Hurlach, uno de los muchos campos satélites dependientes del campo de Dachau, donde se encontraban mas de 3000 prisioneros. Tras la rendición alemana, el 522 permaneció en la ciudad bávara de Donauwörth, realizando labores de seguridad, hasta que fue repatriado a EEUU en noviembre de 1945.
El resto del 442 fue incorporado a la 92ª División, que peleaba por romper la Línea Gótica, la última línea defensiva alemana en Italia. Una pintoresca amalgama de tropas: junto a la 92 (una unidad compuesta fundamentalmente por afroamericanos), combatían tropas coloniales francesas e inglesas (subsaharianos, magrebíes, hindúes, gurkhas nepalíes, árabes y judíos de Palestina), unidades de exiliados polacos, griegos y checos, y hasta la Fuerza Expedicionaria Brasileña. La Línea Gótica, construida aprovechando la barrera natural que suponían los montes Apeninos, había detenido durante cinco meses el avance del Quinto Ejército. El plan del general Clark era que la 92, reforzada con el regimiento 442, lanzase un ataque en el flanco izquierdo de la Línea, para desviar la atención de los alemanes y permitir así al VIII Ejército cruzar el río Senio en el flanco derecho, para que luego el V Ejército cayese sobre el flanco izquierdo.
El plan funcionó mejor de lo esperado. El 442 tenía asignadas una serie de posiciones alemanas que debía tomar de manera sucesiva. El primer asalto, llevado a cabo en la mañana del día 5 de abril, logró tomar los dos primeros objetivos en apenas media hora. El contraataque alemán fue repelido, y aprovechando la confusión, una tercera fortificación alemana era tomada. El 442 siguió avanzando con una rapidez pasmosa los siguientes días, tomando una tras otra las posiciones alemanas. Lo que se suponía iba a ser un ataque de distracción había desembocado en una ofensiva total. Ante el imparable avance de los aliados, el 17 de abril los alemanes abandonaban la Línea Gótica y se concentraban en los alrededores de la ciudad de Aulla, disponiendo una última posición defensiva en Monte Nebbione. En esta última acción también tuvo un papel destacado el 442, que colaboró en la toma de las posiciones cercanas a las defensas alemanas. El 25 de abril Aulla caía en manos de los aliados, cortándole la retirada a los alemanes, que comenzaron a rendirse en grandes grupos. Finalmente, el 2 de mayo de 1945 lo que quedaba del ejército alemán en Italia se rendía de manera oficial.
Soldado de Primera Clase Sadao Munemori (1922-1945), el único soldado norteamericano de origen japonés que recibió la Medalla de Honor durante la Segunda Guerra Mundial |
Durante la Segunda Guerra Mundial, en torno a 14000 soldados formaron parte, en los distintos reemplazos, del regimiento 442 o del 100º Batallón. Un número elevado, pero lógico si tenemos en cuenta que todos los nisei y sansei que se alistaron fueron destinados únicamente a esta unidad. De ellos, 650 murieron, 3713 resultaron heridos (muchos en más de una ocasión) y 67 declarados desaparecidos en combate. Pero además el 442 se convirtió en la unidad más laureada de todo el ejército norteamericano durante la guerra. Aquellos hombres recibieron un total de 18143 medallas y distinciones. Unas distinciones que incluyen:
- 21 Medallas de Honor. La mayor parte de ellas fueron reconocidas a partir del año 2000, después de que una revisión de las actuaciones de los miembros del regimiento concluyera que sus méritos habían sido valorados por debajo de su verdadera valía, lo que hizo que numerosas condecoraciones fueran revisadas al alza.
- 52 Cruces de Servicios Distinguidos
- 1 Medalla de Servicios Distinguidos
- 560 Estrellas de Plata
- 4000 Estrellas de Bronce
- 22 Medallas de la Legión al Mérito
- 15 Medallas del Soldado
- 9486 Corazones Púrpura
Además, a estas condecoraciones hay que sumar numerosos homenajes y distinciones no militares. En 1962, los supervivientes del 442 fueron nombrados "Texanos Honorarios" por el gobernador de Texas por su labor en el rescate del Batallón Perdido (el regimiento 141 formaba parte de la Guardia Nacional de Texas y la mayor parte de sus miembros eran originarios de aquel estado). En 2010 el 442 y todos los soldados de origen japonés que sirvieron en el ejército durante la guerra recibieron la Medalla de Oro del Congreso norteamericano y en 2012, los supervivientes recibieron la Legión de Honor francesa como agradecimiento por sus acciones para la liberación de Francia.
No obstante, cuando volvieron a sus hogares, los veteranos del 442 se encontraron los mismos prejuicios y el mismo rechazo que habían dejado atrás. Los ciudadanos recluidos en los campos de internamiento habían comenzado a ser liberados a principios de 1945, y la mayoría de los campos habían sido clausurados antes de que terminara el año (con la excepción del campo de Tule Lake, donde estaban confinados aquellos que habían pedido ser repatriados a Japón, que no se clausuró hasta marzo del 46). Al ser liberados recibían 25 $ por persona y un billete de tren, pero pocos consiguieron recuperar los bienes de los que habían sido despojados. El gobierno norteamericano devolvió apenas una décima parte de lo que había incautado, y muchos de los que recuperaron algo de lo que habían perdido lo hicieron tras años de disputas legales. El gobierno comenzó a pagar algunas indemnizaciones a partir de 1951, pero no fue hasta 1988 en que el entonces presidente, Ronald Reagan, se disculpó oficialmente por la creación de los campos y ofreció una compensación de 20000 dólares a cada uno de los que habían sido confinados en ellos y seguían con vida.
El sentimiento antijaponés permaneció durante años en amplios estratos de la sociedad estadounidense. Los americanos de origen japonés, incluidos los veteranos del 442, tuvieron que enfrentarse muy a menudo a insultos, desprecios y exclusiones, cuando no a amenazas y agresiones. Un sentimiento que tardaría años en desaparecer. Los veteranos de 442 se involucrarían de manera decidida en la vida social y política norteamericana, sobre todo en Hawai, donde algunos de ellos ocuparon relevantes cargos políticos y gozaron de protagonismo en sucesos importantes de su historia.
Daniel Inouye, veterano del 442 y senador de los EEUU entre 1963 y 2012 |
Muy buen artículo, tanto su 1ª como su 2ª parte.
ResponderEliminarMuchas gracias. Saludos.
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