Verba volant, scripta manent

lunes, 22 de junio de 2020

Jock McLaren

Robert Kerr "Jock" McLaren (1902-1956)

Nacido en la localidad escocesa de Kirkcaldy el 27 de abril de 1902, Robert Kerr McLaren, al que más tarde todos llamarían "Jock", era apenas un adolescente cuando se alistó en el ejército británico, en los estertores de la Primera Guerra Mundial. Destinado a la 51ª División de Infantería, que había sufrido grandes bajas durante la Ofensiva de Primavera del ejército alemán, tuvo tiempo de participar en los últimos ataques aliados antes de que el conflicto terminara.

Licenciado al terminar la guerra, emigró poco después a Australia, donde acabaría trabajando como veterinario en la ciudad de Bundaberg, a unos 400 kilómetros al norte de Brisbane. Allí se casó y en marzo de 1941, pese a que ya tenía cierta edad, se alistó en el ejército australiano, primero en la Reserva, aunque poco después pediría el traslado al ejército regular. Adscrito a un batallón de apoyo a la 8ª División australiana de Infantería y destinado en la Malasia Británica, seguía allí cuando los japoneses atacaron Pearl Harbor y la guerra, que hasta entonces había sido un conflicto casi exclusivamente europeo, se desató también en el Pacífico. Prisionero de los japoneses tras la caída de Singapur, logró escapar con otros dos prisioneros y llegar hasta Kuala Lumpur con la ayuda de civiles de origen chino y de las guerrillas comunistas. Pero volvería a ser capturado después de la denuncia de un traidor malayo. Durante esta época, nació en McLaren un profundo resentimiento hacia los japoneses, tras ser testigo de las atrocidades cometidas por las tropas niponas sobre los civiles, especialmente los de origen chino.

Su nuevo destino fue el campo de prisioneros de Sandakan, en Borneo. De allí también se escaparía, en compañía de varios compañeros: se las arreglaron para robar un pequeño bote en una colonia de leprosos cercana al lugar donde los retenían, y con él lograron llegar a las islas filipinas de Tawi-Tawi, donde la guerrilla filipina les ayudó a llegar a Mindanao. Aquella fuga probablemente salvó sus vidas: la mayoría de los prisioneros aliados que fueron a parar a Sandakan acabarían muertos, bien durante las tristemente célebres Marchas de la Muerte de Sandakan, bien asesinados por los japoneses cuando se vieron obligados a retirarse de Borneo.

Jock McLaren en la isla indonesia de Berhala, uno de los lugares donde había sido retenido como prisionero por los japoneses (octubre de 1945)
En Mindanao McLaren y sus compañeros entraron en contacto con el mando conjunto de las guerrillas filipino-americanas bajo el mando del teniente coronel Wendell Fertig. Mientras que la mayor parte de sus camaradas eran evacuados a Australia en un submarino, McLaren prefirió quedarse en Filipinas a las órdenes de Fertig. Hasta el final de la guerra, y salvo por una breve estancia en Australia hacia el final de los combates, permanecería en primera línea de combate enfrentándose a los japoneses. Su primera función fue vigilar las costas filipinas para informar al ejército norteamericano de la presencia de buques japoneses, labor que acompañaba con la de entrenar a los guerrilleros locales, entre los que no había demasiados con experiencia militar.

Su talento como guerrillero le valió un ascenso a sargento y que cada vez le fueran autorizando misiones más arriesgadas: incursiones en territorio enemigo en busca de información, emboscadas. ataques a posiciones estratégicas. Las molestias que le causaban sus acciones a los japoneses llevaron a estos a ofrecer una recompensa de 70000 pesos filipinos por su captura "vivo o muerto", cantidad que el propio McLaren llegó a juzgar como "razonable".

Uno de los actos que más fama le dieron fue cuando sufrió un ataque de apendicitis en la jungla filipina. Sin posibilidad de recibir atención médica, sin disponer de material quirúrgico adecuado, con la única ayuda de varios de sus colaboradores nativos, McLaren tomó la decisión de operarse a si mismo, usando sus conocimientos como veterinario y sin más material que una cuchilla, unas tijeras, un pequeño espejo, una aguja y dos cucharillas (usadas como retractores), y, sin ninguna clase de anestesia, logró llevar a cabo la operación con éxito y recuperarse sin secuelas, pese a que tres días después de la operación tuvo que huir apresuradamente e internarse en la jungla debido a la cercanía de las tropas japonesas.

Sus méritos en combate le valieron un ascenso a capitán y un nuevo destino: le pusieron al frente de un bote artillado (al que McLaren bautizó como The Bastard) a patrullar las islas entre Mindanao y Borneo, informando sobre la actividad de la flota enemiga, hundiendo pequeñas embarcaciones enemiga y realizando incursiones contra puertos japoneses, en ocasiones con su tripulación disfrazada con uniformes japoneses, como en marzo de 1945, en un asalto a una posición enemiga en el municipio de Parang. También tomó parte en la toma del estratégico aeródromo de Malabang, durante la liberación de Mindanao por las tropas aliadas.

Emblema de la Unidad Especial Z
McLaren se había convertido en una pieza importante para las acciones de los comandos norteamericanos y australianos en las Filipinas, a los que surtía de información sobre las posiciones japonesas y los movimientos de sus tropas. Por entonces seguía estando a las órdenes del mando norteamericano, pero en abril de 1945 fue transferido de vuelta al ejército australiano por petición expresa de estos. Fue asignado a la llamada Unidad Especial Z, un grupo de operaciones especiales formado por soldados de distintas nacionalidades y dependiente de las fuerzas australianas especializado en acciones tras las líneas enemigas. Con ellos llevó a cabo varias incursiones en la isla de Borneo, la última de ellas en julio de 1945. Después de que la isla fuera liberada, McLaren permaneció en ella colaborando en el restablecimiento de la administración local, antes de regresar a Australia en noviembre de ese año. Terminó la guerra con el rango de capitán y dos Military Cross, amén de varias menciones en informes oficiales, por sus brillantes actuaciones.

Dejó el servicio activo y pasó a la Reserva a principios de 1946. Se reincorporó a la vida civil y se marchó a vivir a Nueva Guinea (cuya mitad oriental pertenecía por entonces a Australia) como veterinario al servicio del gobierno australiano. Permaneció en aquel puesto hasta principios de 1956, cuando dejó el trabajo y compró una extensión de terreno cerca de la ciudad de Wau con el propósito de establecerse como cultivador de café, pero nunca llegó a culminar ese proyecto. El 3 de marzo de 1956 McLaren, que tantas veces había esquivado la muerte en la selva a manos de los japoneses, falleció en un absurdo accidente: maniobrando con un vehículo cerca de su casa, golpeó el tronco de un árbol medio podrido, parte del cual se desprendió y le cayó encima. Tenía 53 años.

2 comentarios:

  1. Cómo siempre, nos das a conocer una historia apasionante. Muchas gracias!

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    1. Gracias a vosotros por tomaros el tiempo de leerme.

      Saludos.

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