Verba volant, scripta manent

domingo, 2 de mayo de 2021

Anécdotas de arte

En una ocasión le preguntaron al dramaturgo francés Tristan Bernard: Si se declarara un incendio en el museo del Louvre y pudiera salvar solo un cuadro, ¿cual sería? Bernard respondió de inmediato: ¡El que estuviera más cerca de la salida!.

Después de la Primera Guerra Mundial, el artista y crítico norteamericano Joseph Pennell minusvaloró la valía del cuadro que el pintor George Wesley Bellows había pintado retratando la ejecución de la enfermera Edith Cavell por los alemanes en 1915, alegando que Bellows no había estado presente. Bellows le respondió: Cierto, no estuve presente, igual que Da Vinci no estuvo presente en la Última Cena.

Zeuxis y Parrasio fueron dos pintores griegos que vivieron en el siglo V a. C. y que rivalizaban por ver cuál de los dos era el más grande. Para determinar quién era el mejor pintor, decidieron celebrar un concurso. Zeuxis pintó a un joven que sostenía un cuenco con uvas, pintadas de manera tan realista que una bandada de pájaros trató de comérselas. Confiado en su victoria, Zeuxis le dijo a Parrasio que corriera la cortina que tapaba su pintura para poder juzgarla... solo para que Parrasio, entre risas, revelara que la cortina en si era su pintura. Zeuxis tuvo que reconocer la victoria de Parrasio, diciendo que "Yo he engañado a unos pájaros, pero Parrasio me ha engañado a mi".

En cierta ocasión, el célebre pintor griego Apeles exhibió en público su última obra. Un zapatero que pasaba por allí hizo algunas observaciones sobre la manera en la que el pintor había plasmado las sandalias de los protagonistas de la pintura. Apeles, juzgando que el zapatero sabía de lo que hablaba, retocó su pintura según sus indicaciones. Cuando volvió a exhibir la obra, el mismo zapatero, envalentonado, empezó a criticar otros aspectos del retrato. Apeles, indignado con el atrevimiento del zapatero, le paró los pies de inmediato con una frase que pasaría a la historia: ¡Zapatero, a tus zapatos!.

Cuando Pablo Picasso vivía en el París ocupado por las tropas alemanas recibió un día la visita de un oficial de la Gestapo que investigaba el rumor de que el artista daba refugio a miembros de la Resistencia y a personas que huían de los nazis. Mientras registraba su estudio, el alemán se fijó en una fotografía del Gernika, el cuadro que había pintado en recuerdo de la ciudad vasca arrasada por la aviación alemana durante la Guerra Civil española, y le preguntó a Picasso: ¿Usted hizo esto? A lo que el pintor respondió: No, lo hicieron ustedes.

Miguel Ángel, por razones técnicas y estéticas, nunca firmaba sus esculturas. Solo en una ocasión hizo una excepción y grabó su firma en la Piedad, después de oir que la gente atribuía su autoría a otro escultor llamado Christoforo Solari. 

A Winston Churchill, pintor aficionado, le preguntaron en cierta ocasión por qué pintaba paisajes y no retratos. "Porque ningún árbol" respondió "se me ha quejado jamás de si el retrato se le parece o no".

El político británico William Gladstone encontró en cierta ocasión en una tienda de antigüedades un retrato de principios del siglo XVII de un caballero vestido a la moda de la época. Quiso comprar el cuadro, pero el precio le pareció excesivo y acabó dejándolo. Tiempo después se sorprendió al encontrar el mismo retrato colgado en la casa de un adinerado comerciante de Londres. "Es un retrato de un antepasado mío", le comentó sin rubor el comerciante, "que fue ministro en la corte de Isabel I". Gladstone le replicó "Tres libras menos y habría sido mi antepasado".

En una ocasión el pintor Edgar Degas asistió a una subasta en la que uno de sus cuadros fue vendido por 100000 dólares. Cuando le preguntaron cómo se sentía, Degas respondió "Me siento como debe sentirse el caballo cuando ve que el jinete se lleva el premio".

Mientras pintaba el fresco del "Juicio Final" en la Capilla Sixtina, Miguel Ángel se veía frecuentemente importunado por un enviado del papa Pablo III, encargado de informar al pontífice del avance de la obra. Cuando finalmente la obra se dio a conocer, el hombre descubrió que Miguel Ángel se había vengado de él retratándolo entre los condenados del infierno, siendo atormentado por los demonios. Horrorizado, se quejó al papa, el cual declinó intervenir diciendo que "Dios me ha dado autoridad en el cielo y en la tierra, pero mi mandato no se extiende al infierno".

Un amigo que visitaba a Pablo Picasso en su casa del sur de Francia notó que en las paredes no había colgada ninguna de sus obras. Así que le preguntó al artista si no le gustaban. "Claro que me gustan" respondió Picasso, "es que no puedo permitírmelas".

2 comentarios:

  1. Muy buena entrada y curiosas anécdotas. Creo que mi favorita es la de Zeuxis y Parrasio.

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