Verba volant, scripta manent

lunes, 23 de octubre de 2023

El secuestro de Nina von Gallwitz

Nina von Gallwitz


El viernes 18 de diciembre de 1981 la pequeña Nina von Gallwitz, de ocho años, salió de su casa en el exclusivo barrio de Hahnwald, en la ciudad alemana de Colonia, camino de la parada del autobús que la llevaría a su escuela, como hacía habitualmente. Sin embargo, al ver que no llegaba, los niños que habitualmente esperaban con ella el autobús llamaron a su madre Beatrice, la cual, alarmada, avisó a la policía. Varias patrullas recorrieron el barrio y las áreas circundantes, pero solo encontraron la mochila de Nina, abandonada en el jardín de una casa cercana a la suya.

Al mediodía, los padres recibieron una llamada de teléfono de un hombre que decía ser el secuestrador de Nina. En la llamada el hombre reprodujo una grabación de la voz de la niña, para demostrar que estaba bien, y advirtió a los padres de que no involucraran a la policía (obviamente, desconocían que la policía ya estaba buscando a Nina). Al día siguiente, los von Gallwitz recibieron una carta exigiendo un rescate. Lo extraño es que no pedían una cantidad en concreto, sino que les instaban a hacer una oferta por ella; se cree que porque desconocían a cuanto ascendía la fortuna de la familia (el padre de Nina, Hubertus, era procurador del Kölner Bank eG). “Was ist euch eure Tochter wert?”, "¿Cuanto vale su hija para usted?", eran las palabras exactas de la carta. Además, se le daban instrucciones precisas para comunicarse con ellos: Hubertus debía contactar a través de una frecuencia de radio concreta, desde un punto determinado de la orilla del Rin, los lunes o los miércoles por la tarde. La carta contenía una de las horquillas que Nina llevaba en el pelo cuando desapareció.

El lunes siguiente, día 21, Hubertus se puso en contacto con los secuestradores de la manera que les habían indicado, ofreciendo la suma de 800000 marcos por la libertad de su hija. Por aquel entonces varios medios de comunicación habían sido informados por la policía del secuestro, pero para no entorpecer las negociaciones habían accedido a mantener la noticia en secreto, tratando el caso de Nina como si fuera una desaparición. Los secuestradores aceptaron la oferta, con la advertencia de que por cada entrega fallida el rescate se elevaría en 50000 marcos. El 24 de diciembre Hubertus, llevando consigo el rescate, se subió al tren expreso 720 que iba de Colonia a Dortmund. Los secuestradores le habían dicho que, cuando le dieran la señal a través de la misma frecuencia de radio, debía de arrojar el dinero por la ventanilla del tren. Pero esa señal nunca llegó; se cree que los secuestradores se asustaron al descubrir a los numerosos policías de paisano que vigilaban a Hubertus tanto en la estación como en el tren.

El siguiente intento tuvo lugar el miércoles 30. Las instrucciones que recibió Hubertus era que debía alquilar un helicóptero de dos plazas (supuestamente, para que solo pudiera acompañarle el piloto) y volar desde Colonia hasta Bonn, cruzando la comarca del Ruhr, pero no en línea recta, sino dibujando una trayectoria en forma de 8. Como en el tren, recibiría por radio la orden de arrojar el dinero. Y como en el tren, esa señal nunca llegó. El padre de Nina hizo el recorrido en un helicóptero de cuatro plazas, preparado por la policía, y aunque pudo contactar con los secuestradores no recibió la orden de lanzar el dinero. Se habló de interferencias en la señal de radio procedentes de un cruce de autopistas cercano, pero es posible que los secuestradores volvieran a recelar de una trampa. De hecho, se grabaron varios fragmentos de la voz de uno de los secuestradores, especialmente una frase: “er hat die scheißbullen bei sich”, "tiene a los jodidos policías con él", lo que parece indicar que a esas alturas ya sabían de la implicación de la Policía. Esa grabación sería más tarde hecha pública por los agentes, intentando que alguien reconociera la voz, pero no obtuvieron resultado.

Poco después un periodista freelance hacía pública la noticia del secuestro. El 1 de enero, visto que ya no había necesidad de mantener la discreción, la familia von Gallwitz ofreció públicamente 100000 marcos a quien aportara alguna pista que pudiera llevar a la liberación de Nina, y pidieron también una prueba de que la niña seguía con vida. El 19 de enero la familia recibió la tan ansiada prueba: una grabación de Nina, en la que la niña exponía las exigencias de sus captores: el rescate se elevaba a 1'2 millones de marcos, la entrega se realizaría mediante el sistema del helicóptero, y pedían la intervención como intermediario del deán de la catedral de Colonia, el sacerdote Heinz Werner Ketzer. El intento tuvo lugar el 5 de febrero, y de nuevo fracasó: el helicóptero despegó una hora más tarde de lo acordado, porque la policía insistió en que un avión equipado con cámaras térmicas reconociera el recorrido. Los secuestradores no aparecieron.

Una semana después del tercer intento frustrado de pagar el rescate, la familia accedió a que se llevara a cabo una operación policial a gran escala. La recompensa aumentó hasta 250000 marcos (mas otros 50000 ofrecidos por la fiscalía) y el número de agentes asignados al caso se elevó hasta los 65. La policía recibió docenas de llamadas intentando aportar algo de luz al caso, pero ninguna contribuyó a esclarecer el secuestro. Nadie reconoció la voz del secuestrador, nadie sabía donde estaba Nina y nadie parecía saber nada de interés sobre el caso. 

Franz Hugo Tartarotti (1942-2022)

Después de un mes sin contacto con los secuestradores, el desánimo cundía entre los miembros del grupo especial asignado al caso, denominado SoKo Nina. La mayoría de ellos creía que a esas alturas Nina seguramente estaría muerta y que todos los esfuerzos debían centrarse en atrapar a los culpables, mas que en intentar comunicarse con ellos. La familia von Gallwitz, desencantada y culpando a la mala estrategia de la policía por los continuos fracasos en la entrega del rescate, decidió dejar de colaborar con ellos; retiró la recompensa ofrecida y pidió a los agentes que dejaran de buscar a la niña. Ellos se encargarían a partir de entonces de las negociaciones.

Mientras se sucedían los actos de apoyo a los von Gallwitz (como una procesión y rezo colectivo frente a la catedral de Colonia, a los que acudieron más de 500 personas) los padres de la niña secuestrada conseguían la ayuda de dos nuevos negociadores: Hans Fernstädt, antiguo director de la Oficina Federal de Investigación Criminal, y Franz Tartarotti, un periodista que había alcanzado cierta fama tras haber intervenido como intermediario en otro célebre caso de secuestro infantil, el de las hijas y el sobrino del presentador de televisión Dieter Kronzucker, secuestrados en la Toscana en julio de 1980 y liberados más de dos meses después sanos y salvos tras el pago de un rescate. Tartarotti se mostró inicialmente algo reacio a involucrarse, pero acabó accediendo ante los ruegos de los padres de Nina.

Tartarotti logró volver a ponerse en contacto con los secuestradores y empezó a negociar con ellos mediante anuncios publicados en la prensa y codificados mediante un cifrado Vigenère (un cifrado por sustitución en el que cada letra es sustituida por otra utilizando una tabla de caracteres). Durante nueve semanas, Tartarotti y Fernstädt negociaron con los secuestradores de esta manera, consiguiendo que les enviaran nuevas grabaciones con la voz de Nina y una carta que la niña había escrito dirigida a Tartarotti, lo que demostraba que seguía viva. Finalmente, negociadores y secuestradores llegaron a un acuerdo para el pago del rescate.

El punto exacto donde fue arrojado el rescate por la liberación de Nina

El 12 de mayo de 1982 Tartarotti, llevando consigo el rescate exigido (un millón y medio de marcos, casi el doble que el acordado inicialmente) se subió al tren nocturno D 209 que iba de Dortmund a Basilea. En respuesta a una señal recibida por radio, el periodista arrojó el dinero por la ventanilla del tren en las coordenadas 50°26'48.0"N 7°22'49.5"E, entre Namedy y Andernach. En aquel punto, la vía del tren discurre paralela a la carretera local L117 y por debajo de un puente de la autopista A9, lo que garantizaba a los secuestradores una vía de escape rápida una vez hubiesen recuperado el dinero.

Mapa de las principales localizaciones relacionadas con el secuestro

Tres días más tarde, el día 15, a eso de las once y media de la noche, un empleado de un área de descanso en la autopista A3 en Ohligser Heide, cerca de la ciudad de Solingen, se sorprendió al ver a una niña pequeña apoyada contra la pared del edificio, aparentemente sola. Al interesarse por ella, la niña le entregó un trozo de papel con un número de teléfono; era el de Franz Tartarotti. El empleado llamó, pero nadie contestó, así que avisó a la policía, que pudo comprobar que se trataba de Nina von Gallwitz. Había estado secuestrada un total de 149 días, en lo que hasta entonces era el secuestro más largo de la historia de Alemania y que aún hoy en día sigue siendo el segundo más prolongado, solo por detrás del de Silvia Müller, que duró 15 meses. Sus secuestradores la habían llevado en el maletero de un coche, con los ojos vendados, y la habían dejado cerca del área de descanso con instrucciones de llamar a aquel número cuando sonase la alarma de un despertador que llevaba con ella, dispuesta para sonar a medianoche.

Los padres de Nina se mostraron muy protectores con ella. Celebraron con ella una Navidad tardía en la parroquia de Hahnwald, donde habían conservado el belén, rodeado de alambre de espino para simbolizar el cautiverio de la niña. A partir de ahí, la mantuvieron al margen de la prensa y el público, sin dejar ni siquiera que fuera interrogada por la policía. Solamente concedieron una entrevista exclusiva al semanario Quick y luego la mantuvieron al cuidado de médicos y psicólogos hasta que estuvo preparada para regresar a su escuela y retomar su vida normal. Eso si, entregaron a los agentes varias grabaciones en las que la niña relataba su cautiverio y lo que recordaba de sus secuestradores y del lugar en el que había estado.

El perro de peluche que los secuestradores regalaron a Nina

Las descripciones de Nina eran extraordinariamente precisas. Había pasado la mayor parte del tiempo en la misma habitación, casi a oscuras, amueblada con muebles de oficina y con un baño anexo. Los secuestradores eran dos, que se hacían llamar Peter y Paul, aunque Nina estaba segura de que Paul era una mujer. La habían tratado bien; estaba sana y bien alimentada, no habían sido violentos ni abusivos con ella, y le habían proporcionado libros, tebeos, cuentos de hadas grabados en casette y materiales para escribir y dibujar, para que estuviera entretenida. Incluso, el día que la habían puesto en libertad, le habían regalado un perro de peluche. Además, Nina describía con gran detalle la casa en la que había estado: las habitaciones, el número de escalones, el tejado inclinado, incluso la peculiar forma de las ventanas. Pero aún con esa detallada descripción, la policía fue incapaz de hallar la casa en la que había estado retenida.

Antes de entregar el rescate Tartarotti y Fernstädt habían tomado la precaución de anotar, uno a uno, los números de serie de los miles de billetes (lo hicieron a mano y les llevó 18 horas terminar), que luego recopilaron en una lista de la que se enviaron copias a bancos de todo el país y del resto de Europa (salvo los del bloque del Este) por si acaso los autores pretendían canjearlo en alguna sucursal. Lamentablemente, en la época no existía ningún sistema capaz de reconocer automáticamente los números de los billetes, así que dependían de que algún cajero sospechase de algún ingreso y comprobase directamente en la lista los números de serie.

A finales de 1982 los von Gallwitz recibieron una carta anónima conteniendo uno de los billetes de 500 marcos que formaban parte del rescate. El remitente afirmaba ser cómplice de los secuestradores y haber sido traicionado por estos, ofreciéndose a delatarlos a cambio de dinero. Pero no pudo aportar más que datos ya conocidos o sin importancia, y aquella pista no llevó a ninguna parte.

En diciembre de ese mismo año unos niños que jugaban en un bosque cerca de Meinerzhagen encontraron semienterrados varios miles de marcos en billetes, que gracias a la lista de números de serie se comprobó que formaban parte del rescate. Ese mismo mes cuatro hombres eran arrestados en Turquía cuando trataban de cambiar 400000 marcos procedentes del rescate. Al ser interrogados, afirmaron haber hallado el dinero enterrado en una zona boscosa conocida como Am Schnüffel, también cerca de Meinerzhagen. No se pudo probar que hubieran participado en el secuestro, por lo que se les acusó únicamente de apropiación indebida del dinero. La policía realizó una búsqueda exhaustiva en Meinerzhagen y sus alrededores a principios de 1983, sin resultados.

El resto del rescate nunca apareció. En 1990 el Banco Federal Alemán puso en circulación una nueva serie de billetes, al mismo tiempo que se retiraban la mayor parte de los antiguos. Es muy posible que los billetes del rescate acabaran destruidos entonces.

Tampoco se llegó a localizar la casa en la que Nina había estado retenida, pese a que la pequeña hizo una descripción detallada del lugar y los alrededores, situada en una zona montañosa con pueblos dispersos, prados y bosques. Algunos indicios apuntaban al municipio de Leutesdorf (Renania-Palatinado) y otros a la zona de Bergisches Land (Renania del Norte), no muy lejos de donde fue liberada Nina. La opinión de los investigadores era que el escondite estaba muy probablemente en un área limitada por las ciudades de Colonia, Solingen, Remscheid y Engelskirchen.

A lo largo de los años, Nina von Gallwitz ha llevado una vida discreta, lejos de la atención pública. Ni ella ni su familia han querido hablar nunca del secuestro. La última vez que se ha hablado de ella es, sin embargo, bastante reciente. En agosto de este año el Tribunal Federal de Justicia falló a su favor en una denuncia contra la cadena pública de televisión ZDF a raíz de la emisión de un documental titulado Entführte Kinder (Niños secuestrados) en el que se hablaba de su caso y se mostraban fotografías suyas de niña, imágenes de las cartas de los secuestradores y la grabación de una de las llamadas pidiendo un rescate. El Tribunal admitió el derecho de la mujer a proteger su propia imagen, tratándose además de una menor de edad víctima de un crimen, y condenaba a la cadena a eliminar del documental dichos materiales.

Durante las negociaciones, Tartarotti y Fernstädt sospecharon que los secuestradores recibían información de alguien muy cercano al matrimonio von Gallwitz, debido a los continuados fracasos en las entregas. Según admitió Tartarotti años más tarde en una entrevista, en 2012, justo después de que el secuestro prescribiera, recibió una carta anónima que confirmaba esta hipótesis. También se rumoreó durante algún tiempo que el periodista conocía la identidad de los secuestradores. Sin embargo, jamás, hasta su muerte en agosto de 2022, lo admitió.

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