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domingo, 26 de noviembre de 2023

Porphyrios, la ballena asesina

Cachalote

Cuenta el historiador bizantino del siglo VI Procopio de Cesarea en sus obras sobre el reinado del emperador Justiniano I (527-565), Historia de las guerras e Historia secreta, que durante un largo periodo de tiempo, que se extendió por más de cincuenta años, el tráfico marítimo en las aguas que rodean la ciudad de Constantinopla se vio gravemente perturbado por la presencia de una agresiva ballena llamada Porphyrios (también llamada, dependiendo de la fuente, Porphyrius, Porphyrion, Porphyry o Porphyrio), que atacó y hundió numerosos barcos en aguas del estrecho del Bósforo y el mar Negro.

No se sabe apenas nada de Porphyrios. Por aquel entonces se desconocía casi todo de las ballenas, y el único dato que Procopio nos da es su tamaño: 45 pies (13'7 metros) de largo y 15 (4'6 metros) de ancho. No es posible, por tanto, saber la especie o el sexo de la ballena. Hay dos principales hipótesis: por su tamaño, su longevidad y su conducta, muchos están convencidos de que se trataba de un cachalote (Physeter macrocephalus), aunque esta especie muy rara vez se ha visto en aquellas aguas. Otros proponen que se trataba de una orca (Orcinus orca) inusualmente grande (en general no suelen superar los ocho metros de largo), ya que las orcas si se ven con regularidad en el mar Negro.

Tampoco se sabe el origen de su nombre. Unos creen que es una referencia a Porphyrius Calliopas, un auriga de origen africano extremadamente popular en la Constantinopla de principios del siglo VI; y otros que hace referencia al gigante mitológico Porfirión, que llegó a enfrentarse a los mismísimos dioses. La hipótesis más repetida en fechas recientes es que se trataba de una referencia al color púrpura ("porphyra" significa "púrpura" en griego), bien aludiendo al púrpura imperial, color propio de los emperadores (sería algo así como una muestra de respeto y admiración, reconociendo a Porphyrios como "emperador" de las ballenas), o bien directamente al color de la piel del animal (tanto el gris oscuro de los cachalotes como el negro de las orcas pueden ser confundidos con un tono púrpura oscuro estando en el agua).

Orca

Porphyrios atacaba todo tipo de barcos sin hacer distinciones. Barcos pesqueros, mercantes, incluso navíos militares, ninguno estaba a salvo de su ira. Muchos acababan hundidos y sus tripulaciones, ahogadas. Otros sufrían graves daños y tenían que poner rumbo a puerto de inmediato. Los marineros bizantinos sentían un terror casi supersticioso hacia el animal; solo la mención de su nombre provocaba el pánico entre ellos. Muchos barcos preferían dar largos rodeos para no cruzar las aguas que frecuentaba. La economía bizantina acabó por resentirse de sus ataques; el comercio se vio perjudicado, al igual que la actividad pesquera y el transporte marítimo. Incluso perturbó la política exterior de Bizancio, ya que muchos soldados temían embarcarse, y preferían otros medios de transporte a la hora de desplegarse más allá de las fronteras del imperio. La situación llegó a un punto tal que el propio emperador Justiniano declaró de vital importancia acabar con la ballena para devolver la tranquilidad a la navegación marítima en torno a la ciudad; pero, dado que Bizancio carecía de tradición ballenera, nadie supo proponerle una manera viable de conseguirlo.

Así, durante cinco décadas Porphyrios fue el terror de las aguas bizantinas, aunque no de manera continua; el mismo Procopio cuenta que en ocasiones la ballena desaparecía por largos periodos, que pudieran deberse a migraciones estacionales. Hay quienes sugieren, basándose en esas interrupciones de su actividad, que en realidad Porphyrios no era una, sino varias ballenas diferentes.

Tras muchos años aterrorizando a los bizantinos y muchos navíos atacados, Porphyrios encontró su final de una manera un tanto inesperada. Según Procopio, un día, mientras perseguía una manada de delfines, la ballena se acercó demasiado a tierra y acabó encallando cerca del estuario del rio Sangarios (el actual Sakarya, en la Turquía asiática). Sus intentos por liberarse solo le hundieron más en el lodo de la ribera. Cuando se corrió la voz de que Porphyrios había quedado atrapado una muchedumbre enfurecida acudió a la playa armada con hachas y cuerdas. Como los golpes de las hachas tenían poco efecto sobre la dura piel del cetáceo, lo arrastraron con cuerdas y carros tierra adentro y luego lo despedazaron. Algunos se comieron su carne en la misma playa y otros se llevaron su parte a sus casas. 

La historia de Porphyrios aparece mencionada con cierta frecuencia en la literatura posterior. El historiador Edward Gibbon la incluye en su obra clásica La historia de la decadencia y caída del Imperio Romano (1789) y el mismo Henry Melville la menciona en Moby Dick (1851). El novelista británico Robert Graves también habla de ella en su obra El conde Belisario (1938), sobre la figura del que fue el más destacado líder militar de la época de Justiniano. Graves incluso imagina en su novela un singular combate entre la ballena y las tropas de Belisario, que utilizan una catapulta embarcada en un buque de guerra. Un relato que, pese a ser una completa invención, ha sido citado en varias ocasiones por autores posteriores como un hecho verídico.

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