Verba volant, scripta manent

domingo, 19 de enero de 2025

Smoky

Smoky (1943?-1957)

Corría el mes de febrero de 1944 cuando un soldado norteamericano llamado Ed Downey, que conducía un Jeep por una carretera de la selva de Nueva Guinea, tuvo que detenerse al averiarse su vehículo. Mientras trataba de ponerlo en marcha, empezó a escuchar un ruido extraño procedente de la selva. Curioso, fue a investigar y descubrió que el sonido lo producía un diminuto Yorkshire Terrier que estaba escarbando en el fondo de una trinchera abandonada. Se trataba de una hembra que, pese a su pequeño tamaño (no pesaba ni dos kilos) era ya una adulta. Extrañado por la presencia de aquel perrito en semejante lugar, Downey lo llevó de vuelta a su base y se lo entregó a un mecánico apellidado Dare. Creyeron que podía pertenecer a algún oficial japonés, pero tras llevarlo a un campamento de prisioneros cercano descubrieron que no entendía las órdenes en japonés.

Poco después Dare recibió la visita de Bill Wynne, un soldado de Cleveland que formaba parte del 26º Escuadrón de Reconocimiento Fotográfico y era un entusiasta de los perros. Wynne quiso comprar a la perra y ofreció a Dare dos libras australianas, pero Dare le pidió tres. Al día siguiente, Dare se acercó al laboratorio fotográfico donde Wynne estaba trabajando y aceptó venderle a la perra por dos libras (unos seis dólares y medio de la época); estaba en mitad de una partida de póker y se había quedado sin dinero. 

William Anthony "Bill" Wynne (1922-2021)

Wynne llamó a la perra Smoky y muy pronto se dio cuenta de su extraordinaria inteligencia; se aprendía con rapidez todos los trucos y las órdenes que Wynne le enseñaba. No tardó en empezar a hacer pequeñas actuaciones ante el personal de la base, mostrando sus habilidades. Smoky acompañaba a Wynne a todas partes, dormía en su tienda, y él se esforzaba por cuidar de ella: la bañaba a diario para librarla de garrapatas y otros parásitos, y aunque no podía conseguir comida para perros, compartía con ella sus raciones; descubrió que le encantaban los huevos y la carne enlatada que les daban en la base. 

En julio de 1944 Wynne fue ingresado con una fiebre altísima en un hospital de campaña cerca de la aldea de Nadzab; había contraído el dengue. Sus compañeros introdujeron a Smoky en el hospital a escondidas; allí se enteró Wynne de que la revista militar Yank, the Army Weekly había nombrado a Smoky "la mejor mascota del área del Pacífico Suroeste". Las enfermeras no tardaron en descubrirla, pero Smoky se ganó inmediatamente su cariño y pidieron permiso al director del hospital, el coronel Charles W. Mayo (miembro de una respetada familia de médicos e hijo de uno de los fundadores de la célebre Clínica Mayo) para que las acompañara en sus rondas; el coronel lo permitió tras ver como la presencia de la perra levantaba el ánimo de los soldados hospitalizados. Así, mientras Wynne estuvo en el hospital, Smoky acompañaba cada día a las enfermeras y volvía por la noche para dormir en la cama de su dueño.

Smoky visitando a un soldado herido en el hospital

Una vez tuvo el alta, Wynne (y Smoky) fue enviado a la ciudad australiana de Brisbane durante dos semanas, para terminar de recuperarse. Wynne aprovechó su estancia para visitar varios hospitales militares y mostrar las habilidades de la perrita, con un enorme éxito entre los soldados allí ingresados. Ya en septiembre Wynne se reincorporó a su unidad, que había sido trasladada a la isla de Biak (al norte de Papúa), tomada hacía poco a los japoneses. En Biak Wynne dejó su puesto en el laboratorio y comenzó a volar con el 3º Escuadrón de Rescate de Emergencia en busca de pilotos derribados. Volaban generalmente en hidroaviones PBY Catalina y Smoky también le acompañaba; sus compañeros de tripulación no pusieron objeciones, sobre todo después de que Wynne les dijera que la perra era su "amuleto de la suerte". Generalmente iba metida en una mochila militar, colgada al lado de las ametralladoras; a veces, si la situación era tranquila, se dedicaba a corretear por el interior del avión.

Su siguiente parada fueron las Filipinas. Allí, Smoky fue protagonista de otra de sus hazañas: ayudó a tender una línea de comunicaciones por debajo de la pista de un aeródromo en el golfo de Lingayen, arrastrando los cables por un estrechísimo canal de desagüe, evitando así tener que excavar una zanja de un lado a otro de la pista, lo que habría dejado el aeródromo sin actividad durante al menos tres días. En su tiempo libre, Wynne y Smoky seguían visitando hospitales de campaña para elevar el ánimo de los soldados enfermos y heridos, además de actuar para los propios soldados de la base y para los habitantes de los pueblos cercanos, especialmente niños, que asistían fascinados a las exhibiciones del Terrier.

Wynne y Smoky, durante la guerra

El 26º se trasladó luego a Okinawa y a Corea. El 1 de noviembre, terminada ya la guerra, recibió órdenes de regresar a EEUU, a bordo del transporte de tropas USS General W. H. Gordon. El problema era que según se decía el ejército no permitiría que los soldados llevasen mascotas de vuelta a casa, pero Wynne no estaba dispuesto de ninguna manera a dejar atrás a Smoky, así que, con la complicidad de sus compañeros, la introdujo en el barco oculta en el interior de una mochila para el transporte de bombonas de oxígeno. Durante el viaje, los hombres del 26º se turnaron para cuidar de Smoky mientras Wynne pasaba casi todo el tiempo en su litera por culpa del mareo. Aún así, a mitad de travesía un oficial descubrió a Smoky e informó al capitán. No fue el único; otros seis perros habían sido descubiertos a bordo, introducidos por soldados que se negaban a separarse de ellos. Afortunadamente, el capitán no era un hombre inflexible o severo; se limitó a informar a Wynne de que posiblemente tendría que pagar una elevada suma para poder pasar la aduana, y a obligarle a firmar un documento en el que asumía toda la responsabilidad sobre la perra y eximía al barco y a su tripulación de la culpa de cualquier problema que pudiera causar.

El USS General W. H. Gordon llegó a Seattle el 13 de noviembre, y de allí, tras ser oficialmente licenciado, viajó a su hogar en Cleveland en tren. En una parada en Indianapolis, Bill contó la historia de Smoky a un miembro de la USO (United Service Organizations, una entidad benéfica que provee de entretenimiento a los soldados desplegados en el extranjero). Alguien llamó a un periodista del Indianapolis Star, que escribió un artículo sobre la perra que se distribuyó a otras cabeceras a través de una agencia de noticias.

Wynne y Smoky llegaron a Cleveland el 30 de noviembre de 1945. Apenas unos días después el Cleveland Press le entrevistó y el 7 de diciembre sacó en portada la historia con el titular “TINY DOG HOME FROM THE WAR” ("Perrito vuelve a casa de la guerra"). Periódicos de otras partes del país como el New York Daily News, el Chicago Tribune, el Chicago Sun o el Herald America también escribieron sobre ambos, popularizando a Smoky a nivel nacional.

Bill Wynne se casó en septiembre de 1946 con su novia de toda la vida, Margie Roberts, con la que se había prometido antes de marchar al frente. Trabajó en el zoo de Cleveland, en el National Advisory Committee for Aeronautics (NACA), antecedente de la NASA, y en 1953 se convirtió en fotógrafo (luego también reportero) del periódico de Cleveland The Plain Dealer, donde trabajó hasta su jubilación en 1984 y obtuvo numerosos reconocimientos (fue incluso finalista del Premio Pulitzer en 1973). También trató de instalarse en Hollywood, sin éxito, para ser adiestrador de animales para el cine.

Wynne y Smoky siguieron actuando durante años, llevando a cabo sus exhibiciones en hospitales, orfanatos, escuelas, residencias de ancianos o reuniones de veteranos, siempre con gran éxito. Incluso tuvieron una sección propia en un programa de televisión infantil llamado Castles in the Air, emitido en un canal de televisión local de Cleveland, el WKYC Channel 3.

El 21 de febrero de 1957, al volver del trabajo, Bill Wynne encontró a Smoky muerta en su cama. Había fallecido pacíficamente, a los aproximadamente 14 años de edad, mientras dormía. Fue para él un golpe devastador. A sugerencia de su esposa, enterraron a Smoky en la Reserva Natural de Rocky River, en Lakewood (Ohio), junto a un árbol en el que dos décadas atrás, siendo todavía novios, habían grabado sus iniciales. 

The Plain Dealer publicó un obituario en el que narraba detalladamente la historia de Smoky. A raíz de esa publicación, los Wynne recibieron la llamada de una mujer, vecina también de Ohio, llamada Grace Guderian Heidenreich, que había sido enfermera en Nueva Guinea durante la Segunda Guerra Mundial. Grace les contó que a finales de 1943 su entonces prometido, luego esposo, Robert Heidenreich, también desplegado en la zona, la había visitado llevándole como regalo un Yorkshire Terrier que había comprado en Brisbane. El perro, al que habían llamado Christmas, se había escapado poco después y no habían vuelto a verlo. Tras ver las fotografías de Christmas, Wynne concluyó que probablemente se trataba de Smoky, porque habría sido una casualidad enorme que hubiera dos Yorkshire Terriers diferentes perdidos a la vez en la selva de Nueva Guinea.

En 1996 Bill Wynne publicó un libro de memorias titulado Yorkie Doodle Dandy: Or, the Other Woman Was a Real Dog (Yorkie Doodle Dandy: o, la otra mujer era una auténtica perra), en el que contaba sus aventuras durante y después de la guerra con Smoky, incluida la ocasión en la que le salvó la vida advirtiéndole de la llegada de una andanada de artillería que alcanzó el buque de desembarco anfibio en el que viajaban.

En 2003 Wynne fue informado de que se había decidido erigir un monumento en honor a Smoky en el lugar donde había sido enterrada. Wynne, que no había estado allí en décadas, buscó el lugar exacto durante horas hasta que lo encontró. Los restos de Smoky fueron exhumados y vueltos a enterrar dentro de una caja de munición del calibre .30 de la Segunda Guerra Mundial. Sobre ellos se colocó una roca de granito azul de dos toneladas sobre la cual había una estatua de bronce, obra de la escultora Susan Bahary, que representaba a Smoky dentro del casco de un soldado. El monumento, dedicado a "Smoky, el Yorkie Doodle Dandy y los perros de todas las guerras", fue inaugurado el 11 de noviembre de 2005, Día del Veterano, y Wynne, que había enviudado el año anterior, pronunció un emotivo discurso en el que llegó a decir que Smoky le había enseñado a él muchas más cosas de las que él le había enseñado a ella. Wynne moriría el 19 de abril de 2021, a los 99 años de edad.

Muchos años después de la muerte de Smoky, la pequeña Terrier sería reconocida como uno de los primeros perros de terapia de la historia. Estos perros, dedicados a brindar consuelo y apoyo a personas con problemas de salud psicológica, incluidos veteranos de guerra con trastorno de estrés postraumático, son ahora habituales, gracias a que pioneros como Smoky demostraron su utilidad en el tratamiento de estos pacientes.

En 2019 se estrenó un cortometraje sobre su historia: Angel in a Foxhole (Un ángel en una trinchera).

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