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lunes, 8 de diciembre de 2025

La Operación Biting

El radar de Bruneval, fotografiado por la RAF en diciembre de 1941

Durante el año 1941 el Alto Mando británico empezó a darse cuenta de que se perdían cada vez más aviones en sus misiones contra objetivos alemanes en el continente. Los cazas alemanes parecían reaccionar cada vez más rápido a la llegada de los bombarderos británicos. El físico británico R. V. Jones, oficial de inteligencia, dedujo que los alemanes habían perfeccionado sus sistemas de radar y ese era el verdadero motivo de aquel súbito aumento de la eficacia de sus aviones. Jones descubrió que una serie de señales de radio de alta frecuencia procedentes del continente habían estado siendo detectadas desde hacía meses, y concluyó que eran producidas por un sistema de radar direccional. Aunque algunos altos oficiales dudaban de que los alemanes poseyeran aquella tecnología, Jones siguió investigando y recopilando información de diversas fuentes (aviones de la Luftwaffe estrellados en suelo británico, mensajes de radio captados y decodificados, documentos robados por los espías británicos e interrogatorios a prisioneros alemanes) averiguó que los alemanes habían logrado poner en funcionamiento varios tipos de sistemas de radar.

Uno de aquellos sistemas llamó especialmente su atención: el llamado en clave "Freya-Meldung-Freya", que era el que los alemanes utilizaban contra los bombarderos británicos. Su existencia explicaba el significado de varios extraños objetos fotografiados por los vuelos de reconocimiento de la RAF en la costa francesa. El radar Freya estaba formado por una pareja de antenas rotatorias de unos seis metros de ancho, y Jones y sus colaboradores se pusieron de inmediato a desarrollar estrategias para contrarrestar su actividad.

Radar Freya

Sin embargo, muy pronto Jones descubrió que Freya no era el único tipo de radar de aquel sistema. Asociado a él había un segundo tipo de radar, al que los alemanes se referían como Würzburg, del que los británicos no tenían ni idea de como era. No fue hasta noviembre de 1941 cuando por fin la RAF consiguió fotografiar al esquivo radar: consistía en una única antena parabólica de unos tres metros de diámetro (aunque a lo largo de la guerra los alemanes llegaron a construir versiones de hasta siete metros de diámetro). Ambos tipos de radar se complementaban: el Freya tenía mucho más alcance, pero era bastante impreciso, mientras que el Würzburg tenía un alcance limitado pero era mucho más preciso. El Freya actuaba como un radar de alerta temprana: cuando registraba un contacto, le pasaba la información a un Würzburg, que determinaba si de verdad eran aviones, si era un avión solitario o si era una escuadrilla.

Jones y su equipo tenían un problema: para saber cómo anular la acción de los radares alemanes necesitaban conocer a fondo su funcionamiento y capacidades. Y para ello debían estudiar uno en persona, o al menos algunos de sus componentes principales. Pero no tenían forma de acceder a ninguno; todos los Würzburg localizados estaban en zonas muy tierra adentro (algunos en lugares tan remotos como Rumanía o Bulgaria), lejos del alcance de las tropas británicas. Finalmente, un Spitfire de la RAF en misión de reconocimiento consiguió localizar uno lo suficientemente cerca, sobre un acantilado de la costa atlántica francesa, cerca de la villa de Saint-Jouin-Bruneval, a unos veinte kilómetros al norte de la ciudad de Le Havre. Jones presentó una solicitud al almirante Lord Mountbatten, comandante del Cuartel de Operaciones Combinadas, para que se realizara una incursión en Bruneval para capturar el radar; y Mountbatten a su vez pidió permiso al Estado Mayor, quien se lo concedió tras un breve debate.


John Dutton Frost (1912-1993)

Mountbatten y su equipo empezaron enseguida a estudiar la situación del radar y a preparar un plan de ataque. Casi de inmediato descartaron un desembarco desde el mar; dada la posición del radar y la presencia de numerosas defensas costeras en la zona, un ataque de ese tipo provocaría demasiadas bajas y daría tiempo a los alemanes para destruir el radar y evitar así que cayera en manos británicas. Priorizando la velocidad y el efecto sorpresa, Mountbatten decidió que se tratara de un asalto por parte de paracaidistas: debían tomar por sorpresa las instalaciones, apoderarse del radar, tomar datos y llevarse las piezas esenciales del aparato, y luego descender por el acantilado hasta la playa, donde serían recogidos por lanchas rápidas de una pequeña escuadra naval encargada de llevarlos de vuelta a Inglaterra. En enero de 1942 Mountbatten solicitó la colaboración del general Frederick Browning, comandante de la 1ª División Aerotransportada.

Por aquel entonces la División aún estaba en plena formación y constaba tan solo de dos batallones, de los cuales solo el 1º había completado su entrenamiento. De mutuo acuerdo, Mountbatten y Browning decidieron reservar al 1º por si era necesaria su intervención en una operación de mayor calado y encargar la misión a la Compañía C del 2º Batallón, al mando del mayor John Frost. La Compañía C había sido creada tan recientemente que ni Frost ni la mayoría de sus soldados habían completado todavía el entrenamiento de salto en paracaídas. Como complemento de la misión, se decidió que el Escuadrón 51 de la RAF se encargase del transporte de los paracaidistas y que embarcaciones australianas, bajo el mando del comandante Frederick Cook, se encargaran de evacuar al comando una vez finalizada la misión. También habría un destacamento de una treintena de hombres del 12º Comando, un comando de operaciones especiales, que llegaría en las lanchas de evacuación y proporcionaría cobertura a los paracaidistas en su retirada. Igualmente iría con ellos un grupo de diez miembros de los Royal Engineers, con la función de desmantelar el radar y colocar minas en los accesos al complejo para retrasar la posible llegada de refuerzos. Y por último, uno de los hombres claves de la misión: C. W. H. Cox, un sargento de la RAF con formación como ingeniero de radio, que se había ofrecido voluntario y que iba a ser el encargado de localizar el mecanismo interno del radar, fotografiarlo y desmontar sus elementos clave para llevarlos de vuelta a Inglaterra.

El entrenamiento de los hombres elegidos para la misión (unos 120 soldados) comenzó de inmediato; se había decidido que la misión se llevase a cabo a finales de febrero, cuando se preveían las condiciones óptimas. Primero perfeccionaron su técnica de salto en la llanura de Salisbury; luego viajaron a Inveraray (Escocia) para recibir entrenamiento especializado (incluidas prácticas de desembarco anfibio en el lago Frye) y luego regresaron a Salisbury para entrenarse conjuntamente con los pilotos del 51º. Para cuidar hasta el más mínimo detalle se había construido un modelo a escala de las instalaciones del radar, gracias a las fotografías de la RAF y a la información proporcionada por la red de informantes creada por el conocido agente secreto francés Gilbert Renault, apodado "Coronel Rémy". 

Radar Würzburg

Las instalaciones del radar de Bruneval constaban de una villa a unos cien metros del borde del acantilado donde se encontraba la estación de radar en si misma, y varios edificios menores que servían de alojamiento para una guarnición de unos cien hombres que custodiaban  la instalación. A mitad de camino entre la villa y el acantilado estaba la antena del radar propiamente dicha. Frost decidió dividir a sus hombres en cinco unidades, con nombres de almirantes de la Royal Navy: Nelson, Jellicoe, Hardy, Drake y Rodney. Jellicoe, Hardy y Drake llevarían el peso del ataque a las instalaciones; Nelson se encargaría de despejar el camino que bajaba del acantilado a la playa, donde tendría lugar la evacuación; y Rodney permanecería como unidad de reserva, lista para defender el principal camino de acceso ante la posible llegada de refuerzos.

Tras varios aplazamientos, finalmente se dio luz verde a la misión para la noche del 27 al 28 de febrero de 1942, cuando las condiciones eran las ideales (luna llena y cielos despejados). Los aviones del 51º partieron al atardecer del aeródromo de Thruxton y, pese a encontrar fuego antiaéreo al llegar a la costa francesa, no tuvieron mayores problemas en alcanzar el objetivo. El salto fue un éxito casi completo; la mayoría de los paracaidistas cayeron en la zona prevista, a excepción de parte de la unidad Nelson que acabó a unos tres kilómetros de donde debía. Sin tiempo para esperarlos, Frost dio la orden de atacar el objetivo. Jellicoe, Hardy y Drake tomaron la villa, donde averiguaron que la mayor parte de la guarnición estaba estacionada tierra adentro. Había sin embargo todavía un cierto número de soldados alemanes en los barracones que habían sido alertados por los disparos. En el subsiguiente tiroteo, los soldados británicos lograron hacerlos retroceder, aunque uno de los paracaidistas resultó muerto.

No había tiempo que perder; el sargento Cox y los ingenieros fotografiaron y desmontaron el radar, empaquetando cuidadosamente las piezas más sensibles, mientras Frost se desesperaba porque la radio no funcionaba y no podía comunicarse con el resto de sus unidades. Una vez los técnicos hubieron terminado su labor y bajo el fuego de los soldados alemanes el mayor Frost dio la orden de retirarse y bajar a la playa. Sin embargo, un mermado Nelson no había logrado cumplir su misión al completo. Mientras bajaban, un nido de ametralladoras alemán hizo fuego contra ellos, obligándolos a retroceder. Frost decidió regresar a la villa mientras Rodney y los hombres disponibles de Nelson eliminaban la ametralladora y otros posibles obstáculos que pudieran quedar. 

Tras hacer retroceder a los alemanes una vez más, Frost decidió volver a intentar bajar a la playa. Esta vez el camino estaba libre, pero cuando llegaron a la playa no había ni rastro de los buques australianos. Estos se habían visto obligados a detenerse a cierta distancia de la playa, debido a la presencia de bancos de arena con los que no contaban. Frost dejó a Nelson custodiando el camino de entrada en la playa y lanzó una bengala de emergencia para hacer saber a los buques que estaban allí. Ya eran las 2:15 de la mañana cuando finalmente las lanchas australianas llegaban a la costa y comenzaba el reembarco, mientras los soldados alemanes disparaban contra ellos desde lo alto del acantilado. La partida fue un tanto caótica; algunas de las lanchas volvieron sobrecargadas y otras medio vacías, pero finalmente todos los hombres de la playa consiguieron ser rescatados y regresar a Inglaterra sin mayores contratiempos. Los paracaidistas británicos habían tenido dos muertos y seis heridos, y seis de sus soldados no habían podido llegar a la playa y serían luego capturados por los alemanes. Estos habían tenido cinco muertos, dos heridos y tres desaparecidos, y otros dos de sus hombres habían sido capturados por los británicos; uno de ellos, un técnico del radar cuyos interrogatorios resultarían muy reveladores. Los alemanes también capturarían a un miembro de la Resistencia francesa que había proporcionado información al Servicio de Inteligencia británico, que sería ejecutado poco después.

Miembros de la Compañía C del 2º Batallón de Paracaidistas conmemorando el 75º aniversario de la Operación Biting (2017)

El éxito del ataque fue muy celebrado en el Reino Unido. Numerosos periódicos se hicieron eco de la misión y el primer ministro Winston Churchill recibió en persona a Frost y a varios oficiales más que habían tomado parte en ella. Un total de 19 medallas fueron concedidas a los participantes, incluida la Military Cross para Frost, la Cruz de Servicios Distinguidos para Cook y la Military Medal para Cox. Además cimentó el prestigio de los batallones aerotransportados, hasta el punto de que poco después se creaba una escuela de entrenamiento específica para paracaidistas y varios batallones de infantería eran reconvertidos en unidades aerotransportadas.

En cuanto al objetivo de la misión, la información recabada por Cox y los interrogatorios al técnico alemán capturado demostraron a los británicos que los radares alemanes no estaban tan desarrollados como los británicos y permitió a sus investigadores desarrollar contramedidas tales como el sistema Windows: una serie de pequeñas tiras de aluminio o plástico que los aviones británicos lanzaban antes de un ataque y que interferían con las señales de los radares alemanes dejándolos virtualmente a ciegas.

Tras el asalto al radar de Bruneval los alemanes reforzaron las medidas defensivas de sus estaciones de radar en la costa francesa con barreras y alambre de espino... lo que, irónicamente, las hizo mucho más visibles para los aviones aliados, quienes no tuvieron dificultades para localizarlas y bombardearlas en los momentos previos al Desembarco de Normandía.

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