Empiezo hoy una serie de artículos dedicados a algunos de los francotiradores más destacados de la historia. Comienzo por el que posiblemente sea el más famoso y para muchos el mejor de todos los tiempos: el finlandés Simo Häyhä.
Simo Häyhä nació el 5 de diciembre de 1905, en Rautjärvi, un pequeño pueblo del sureste de Finlandia, muy cerca de la frontera rusa. Desde niño aprendió a sobrevivir en condiciones extremas y a disparar con la extraordinaria paciencia y precisión que años más tarde lo harían enormemente popular. Se ganaba la vida como granjero y cazando alces. Con 17 años hizo el servicio militar, como todos los finlandeses, y a los veinte años se unió a la Suojeluskunta o Guardia Blanca, una milicia de voluntarios que participó en la guerra civil finlandesa de 1918 luchando contra los comunistas.
Las relaciones entre Finlandia y la URSS habían sido complicadas desde que Finlandia se había independizado en 1917. La cercanía del gobierno finlandés con el alemán no hizo sino acrecentar la desconfianza de Stalin, que temía que en una guerra los alemanes lanzasen un ataque desde suelo finlandés (la frontera finlandesa estaba por entonces a apenas 25 kilómetros de Leningrado). Por eso, intentó negociar un intercambio de territorios con Finlandia, para asegurar sus fronteras, pero los finlandeses se negaron, Finalmente, justo después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, los soviéticos lanzaron una gran ofensiva contra Finlandia. La excusa, al igual que la de Alemania para invadir Polonia, fué un montaje: la artillería soviética bombardeó la aldea rusa de Mainila y acusaron a los fineses de ser los responsables.
La llamada Guerra de Invierno comenzó el 30 de noviembre de 1939, cuatro días después del ataque a Mainila. Cuatro ejércitos soviéticos, alrededor de medio millón de hombres, acompañados de miles de tanques y aviones y bajo el mando del mariscal Kiril Meretskov, penetraron en Finlandia buscando aniquilar rápidamente sus defensas. Frente a ellos, unos 200000 finlandeses, sin apenas tanques ni aviación. Stalin, confiado, pensaba haber ocupado todo el país antes de fin de año. Pero se encontró con una resistencia inesperada y muy efectiva.
El general Carl Gustav Mannerheim, comandante en jefe de las tropas finlandesas, sabía perfectamente que no tenían oportunidad en campo abierto, por lo que diseñó un plan de batalla no convencional aprovechando sus ventajas: el mejor conocimiento de la orografía, su mejor adaptación al clima y la efectividad de sus unidades especiales, especialmente dos: los francotiradores y las unidades sobre esquíes.
La llamada Guerra de Invierno fué auténticamente infernal para los soviéticos. Haber comenzado la invasión en pleno invierno (con temperaturas de hasta -40º) fué un terrible error, agravado por el hecho de que muchos soldados rusos no disponían de ropa de abrigo (algunos de sus generales creían que la victoria sería tan rápida que no la iban a necesitar) y carecían de experiencia en territorios cubiertos de nieve: Stalin no se fiaba de los soldados de regiones cercanas a Finlandia, que pudieran simpatizar con los fineses, por lo que la mayor parte de las tropas provenían de otras regiones, como las repúblicas caucásicas, y no estaban acostumbradas a desenvolverse en esas condiciones. Conforme se internaban en territorio enemigo, sus bajas empezaron a crecer alarmantemente. El frío diezmaba sus filas, los vehículos se averiaban o se accidentaban, los francotiradores finlandeses abatían a cientos de soldados y las demás tropas finlandesas (que gracias a sus esquíes se movían mucho más velozmente que los rusos) atacaban incesantemente a los grupos aislados, destruían sus líneas de abastecimiento y cortaban sus comunicaciones. Los soviéticos sufrieron humillantes derrotas durante su avance, como la aniquilación de las Divisiones 163ª y 44ª en la batalla de Suomussalmi (diciembre de 1939-enero de 1940): 45000 rusos derrotados por apenas 7000 finlandeses (27000 muertos y 2000 prisioneros, frente a 800 bajas locales, además de una inmensa cantidad de armas y material bélico capturado).
Y en medio de estos combates surge la figura de Simo Häyhä. Nadie mejor que un cazador de alces para convertirse en un francotirador de primera. Todos los trucos y técnicas que Häyhä había aprendido con la práctica los aplicó entonces. Pequeño (apenas medía 1'52), delgado, siempre vestido con su traje blanco de camuflaje, podía pasarse horas tumbado sobre la nieve soportando temperaturas extremas hasta tener un objetivo a tiro. Apelmazaba la nieve que tenía ante el para que sus disparos no la removiesen, se llenaba la boca con nieve para que el vaho de su aliento no lo delatase. Además, nunca utilizó mira telescópica en su fusil (un M28 Pystikorva, variante finlandesa del fusil ruso Mosin-Nagant), porque a bajas temperaturas las miras se empañaban o se rompían con facilidad y el reflejo de la luz del sol podía delatar su presencia.
El número oficial de rusos abatidos por Häyhä en apenas tres meses es de 505 (algunas fuentes lo elevan a 542). Además, se le atribuyen otros 200 enemigos abatidos en combates "convencionales", en los que utilizaba un subfusil Suomi KP-31. Los rusos le tenían tal pánico que empezaron a llamarle "belaya smert", "la muerte blanca". Se hicieron numeroso intentos para neutralizarle, con escuadrones de búsqueda, francotiradores (Häyhä los mató a todos) e incluso bombardeos masivos con artillería, que no dieron frutos. Irónicamente, el 6 de marzo resultó herido de gravedad por un disparo al azar durante un enfrentamiento. Una bala explosiva le alcanzó el rostro, destrozándole la mandíbula. Sus compañeros lograron rescatarle, pero vieron horrorizados que "le faltaba media cara". Quedó en coma y no recuperó la consciencia hasta una semana después, el día 13, justo cuando se declaraba el alto el fuego.
Los contínuos reveses en los combates enfurecieron sobremanera a Stalin. A principios de 1940 relevó casi completamente a la oficialidad (algunos cifran la purga en un 80% de los altos mandos), incluyendo a Meretskov, que fue retirado del mando directo y sustituído por el mariscal Semion Timoshenko. Además, ordenó el envío de otros 600000 hombres de refuerzo, con abundante artillería. El empuje de estas unidades de refresco rompió las líneas defensivas finlandesas en marzo y, pese a su heroica defensa, los finlandeses finalmente se vieron obligados a pactar un acuerdo con los rusos. Cedieron a los soviéticos todo el istmo de Carelia y la ribera norte del lago Ladoga, parte de la comarca de Salla, la península de Kalastajansaarento en el norte y las cuatro islas del golfo de Finlandia, además de la cesión por treinta años con fines militares de la ciudad y península de Hanko. En total, un 11% del territorio finlandés (422000 personas tuvieron que dejar sus casas) y un 30% de su producción industrial. Una victoria que les había costado muy cara a los comunistas: 127000 muertos y más de 200000 heridos (los finlandeses tuvieron 26000 muertos y 43000 heridos). Uno de sus generales llegó a decir: "Hemos conquistado unas 22000 millas cuadradas de territorio finlandés. Lo suficiente para enterrar a nuestros muertos"
Häyha necesitó varios años y numerosas operaciones para recuperarse de sus heridas. Tras la guerra, fue ascendido de cabo a teniente segundo por el mismísimo mariscal Mannerheim. Dejó el ejército tras la Segunda Guerra Mundial y se retiró a la comarca de Ruokolahti, cerca de su pueblo natal, donde vivió el resto de su vida dedicándose a la caza y a la cría de perros. Años después, preguntado cómo había llegado a ser tan buen tirador, repondió sencillamente "Practicando". Y cuando le preguntaban qué sentía por su record de muertes, respondía simplemente "Hice lo que se me ordenó lo mejor que pude".
Murió el 1 de abril de 2002, a los 96 años de edad.
Simo Häyhä, después de ser herido |
Seguiré con atención esta serie de artículos sobre francotiradores. En mi blog, también le dedique un post a "La muerte blanca",
ResponderEliminarhttp://blitzkrieg2gm.blogspot.com.es/2011/06/personajes-3-simo-hayha.html
y otro, a esta otra francotiradora rusa, por si te interesa:
http://blitzkrieg2gm.blogspot.com.es/2011/04/lyudmila-pavlichenko_20.html
Lo de las cifras de los francotiradores creo que es un tema que siempre hay de tomarlo con demasiada cautela, me temo, sobre todo por el uso propagandístico que se le dio, pero en cualquier caso, no cabe duda de que abatiría a unos cuantos centenares. Los soviéticos en Finlandia cayeron como moscas...
Saludos!!!
Gracias por los enlaces, son excelentes. Ya había oído hablar de Ludmila Pavlichenko, de hecho es la protagonista del siguiente post.
EliminarEs cierto que lo de las cifras de enemigos abatidos es complicado, porque el único registro son sus propios diarios de campaña y a menudo ni ellos mismos podían estar seguros de si acababan con un enemigo o sólo lo herían. Por eso no hay que fiarse demasiado, ni siquiera con los números "oficiales".
¡¡Saludos!!
https://www.youtube.com/watch?v=DBPPcvy6pks
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