Albert Battel (1891-1952) |
El 26 de julio de 1942 los habitantes de la ciudad polaca de Przemyśl fueron testigos de una escena insólita y sorprendente. Un comando de las SS se dirigía al gueto judío de la ciudad. Por toda la Europa ocupada, las SS estaban llevando a cabo el llamado Aussiedlung (reasentamiento o recolocación), el siniestro eufemismo con el que llamaban a la deportación en masa de los judíos a los campos de exterminio. Y ahora le tocaba el turno a la comunidad judía de Przemyśl. Sin embargo, cuando los hombres de las SS intentaron entrar al gueto a través de su único acceso, un puente sobre el río San, encontraron custodiándolo a un pelotón del ejército alemán que les impidió el paso. Pese a su insistencia, el sargento al mando del pelotón se negó a franquearles el paso e incluso los amenazó con abrir fuego si no se retiraban, cosa que acabaron por hacer. Aquel pelotón de soldados cumplía las órdenes de un veterano teniente llamado Albert Battel.
Albert Battel, nacido en la ciudad alemana de Klein-Pramsen (la actual Prężynka polaca) en 1891, había combatido en la Primera Guerra Mundial y, tras licenciarse, había estudiado derecho y ejercido como abogado en Breslau. Se afilió al Partido Nazi en mayo de 1933 pero nunca fue un seguidor demasiado ferviente; de hecho, fue llamado al orden por un comité del partido por tener una actitud demasiado amable con los judíos, llegando a prestarle dinero a un colega suyo de esa religión. Dado el momento en el que se afilió, poco después de que Hitler hubiera sido nombrado canciller y de que el Partido Nazi hubiera ganado las elecciones parlamentarias, es posible que lo hiciera sólo para evitarse problemas y no porque realmente participara de la ideología nazi.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial Battel, miembro de la reserva, fue llamado a filas y enviado, con el rango de teniente, a Przemyśl, donde sirvió como adjunto del oficial al mando de la guarnición alemana de la ciudad, el mayor Max Liedtke. Tras la caída de Polonia, Przemyśl había quedado dividida en dos mitades: la mitad al este del río San ocupada por los soviéticos y la mitad oeste, por los alemanes. No obstante, a mediados de 1941, cuando los nazis invadieron la Unión Soviética, tomaron también el control de la mitad oriental de la ciudad.
Przemyśl, en la actualidad |
A principios de 1942, los nazis comenzaron las deportaciones masivas de judíos a los campos de concentración. Los rumores no tardaron en llegar a Przemyśl, llenando de inquietud a la judería local. Y más cuando, en junio de ese año, mil judíos de los pueblos cercanos fueron trasladados, sin avisar y sin dar explicaciones acerca de los motivos y de su destino (acabarían en el campo de Janowska, cerca de Lvov). Por eso, cuando las autoridades alemanas comunicaron a los judíos de Przemyśl su inminente traslado, estos pidieron ayuda a Battel. El Oberleutnant llamó en persona al cuartel local de la Gestapo para preguntar la razón del traslado, pero no le quisieron dar esa información. Sospechando las verdaderas intenciones de aquel desplazamiento, Battel acudió de inmediato a Liedtke para solicitarle que impidiese el reasentamiento, reforzando su solicitud con la excusa de que muchos de aquellos judíos eran trabajadores que prestaban servicios valiosos a la Wehrmacht. Liedtke, al igual que Battel, no era un nazi convencido ni un militar de carrera (también era un reservista movilizado, había combatido en la Primera Guerra Mundial y había perdido su empleo como editor de un periódico por sus críticas a los nazis) y no tardó en aceptar la petición de su adjunto, enviando al pelotón que impidió el paso a los hombres de las SS que se aprestaban a comenzar la deportación.
Esa misma tarde, tras la marcha de los SS, Battel se dirigió al gueto con varios camiones, en los que evacuó a un centenar de familas judías (unas 240 personas), a los que trasladó al cuartel de la Wehrmacht, alojándolos en sus barracones, donde permanecerían custodiados por el ejército alemán hasta julio del 44, fecha en que el ejército soviético reconquistó la ciudad. No tuvieron tanta suerte el resto de los judíos de Przemyśl (unas 23000 personas), que serían trasladados en los meses siguientes al campo de concentración de Belzec, del que sólo unos pocos saldrían con vida. Sólo lograron salvarse unas 400 personas puestas a salvo por movimientos polacos de resistencia como el Armia Krajowa o la Żegota.
Max Liedtke (1894-1955) |
Battel, que en ningún momento supo de la investigación a la que había sido sometido, fue licenciado del ejército en 1944 debido a un problema cardíaco y regresó a Breslau. Hacia el final de la guerra se alistó en las Volkssturm, las milicias ciudadanas creadas como último recurso para tratar de detener a la desesperada el avance de las tropas aliadas. Cayó prisionero de los soviéticos y, tras ser liberado, fue sometido a un proceso de desnazificación, como otros antiguos miembros del partido, y se le prohibió ejercer la abogacía. Murió en 1952 en Hattersheim, cerca de Frankfurt. En cuanto a Liedtke, también cayó prisionero de los soviéticos. Condenado por crímenes de guerra contra la URSS, murió en un campo de prisioneros en 1955.
Lo sucedido en Przemyśl no saldría a la luz hasta años después de la muerte de sus protagonistas, gracias al trabajo de Zeev Goshen, un abogado israelí que dedicó buena parte de su vida a investigar el Holocausto. En 1981 Albert Battel era nombrado de manera póstuma como Justo entre las Naciones, la distinción que el gobierno israelí otorga a aquellos que, sin ser judíos, prestaron ayuda de manera desinteresada a los judíos durante la persecución nazi. Liedtke recibiría el mismo nombramiento en 1993.
Estos dos soldados demostraron un valor tremendo al enfrentarse a las omnipotentes SS.
ResponderEliminarSaludos.
Desde luego, hicieron algo a lo que muy pocos, aún dentro del ejército alemán, se hubieran atrevido en aquellos tiempos oscuros.
EliminarUn saludo, Rodericus.
Edto sucedió muchísimas veces incluso entre los mismos SS la diferencia radicaba que los SS de la rama combativa eran confundido con los de la rama de seguridad y varias veces tuvieron su momentos.
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