Verba volant, scripta manent

sábado, 13 de agosto de 2016

La historia de Henry Rono

Henry Rono

Los nandi son una tribu de la etnia kalenjin, asentados en el oeste de Kenia y el valle del Rift. Una tribu de pastores semi-nómadas y grandes guerreros, que, como otras tribus kalenjin, ha dado grandes campeones al mundo del atletismo, como Amos Biwott, Wilfred Bungei, Pamela Jelimo o los nacionalizados Bernard Lagat (EEUU) y Wilson Kipketer (Dinamarca). Y también Henry Rono.
Henry Rono nació en Kapsabet, capital del territorio nandi, el 12 de febrero de 1952. Trabajaba en el campo, con su familia,,  pero sin descuidar sus estudios ni la práctica deportiva. De hecho, destacaba tanto como corredor, incluso en un país lleno de grandes atletas, que en 1976, tras una gran actuación en los campeonatos estatales, le llegó la oportunidad de estudiar y competir en la Universidad de Washington State, junto a su compatriota Samson Kimowba.
Nada más llegar, Rono demostró su talento venciendo en el Campeonato Masculino de Cross de la NCAA, con un tiempo récord de 28:06 que todavía no ha sido rebajado. Bajo la tutela del entrenador John Chaplin, Rono fue puliendo su técnica y las victorias empezaron a caer una tras otra. En 1977 ganó de nuevo el Cross y los 3000 metros indoor de la NCAA.


Pero su mejor año fue sin duda 1978. Ese año, en una fantástica racha de tan sólo 81 días, Henry Rono batió cuatro récords mundiales de pruebas de atletismo de fondo y medio fondo: 10000 metros (el 11 de junio, rebajando ocho segundos el récord de su amigo Kimowba), 5000 metros (el 8 de junio, rebajando en cuatro segundos el récord en poder del neozelandés Dick Quax), 3000 metros (el 27 de junio, restando tres segundos a la marca del británico Brendan Foster) y 3000 metros obstáculos (el 13 de mayo, con un tiempo tres segundos inferior al del sueco Anders Gärderud). Ese mismo año, obtuvo dos medallas de oro en los Juegos de la Commonwealth (en 5000 y 3000 obstáculos) y otras dos (en 10000 y 3000 obstáculo) en los Juegos Panafricanos. En 1979, consiguió ganar por tercera vez el Cross de la NCAA, algo que aparte de él solamente han logrado Gerry Lindgren (1966,67 y 69), Steve Prefontaine (1970, 71 y 73) y Edward Cheserek (2013, 14 y 15).

Rono, en los Juegos de la Commonwealth de 1978
Su gran decepción fue no haber podido participar en unos Juegos Olímpicos. En la edición de Montreal 76, Kenia, al igual que otros 34 países (28 africanos y Albania, Afganistán, Siria, Guyana, Taiwán e Irak) boicoteó los juegos, ya que el COI se había negado a excluir a Nueva Zelanda, cuya selección de rugby, los All Blacks, había jugado un partido contra Sudáfrica, país excluido de las Olimpiadas por su política de apartheid. Y en Moscú 80, 66 países (entre ellos, de nuevo Kenia) boicotearon el evento, en su mayor parte para condenar la invasión de Afganistán. En las siguientes, las de Los Ángeles 1984, ya se había retirado.
Henry Rono había ascendido a la cúspide del atletismo mundial. Convertido en la gran estrella del fondo y el medio fondo, tenía fama, reconocimiento y dinero (había firmado con Nike un sustancioso contrato de patrocinio. Un ascenso vertiginoso; demasiado, quizá, para un joven chico nacido en un pequeño pueblo africano. Rono se vio superado por las circunstancias. No supo asimilar toda aquella atención y sus nuevas responsabilidades. El atletismo dejó de ser una actividad placentera. Hasta entonces, para él correr había sido algo divertido, con lo que disfrutaba. Ahora se había vuelto una pesada carga. Corría abrumado por el miedo al fracaso, a defraudar las grandes expectativas que sobre él había. Y acabó por buscar consuelo en el alcohol.


En los siguientes años, Rono siguió corriendo, siguió obteniendo victorias, pero su dependencia de la bebida era cada vez mayor. Empezó a descuidar sus entrenamientos y a ganar peso. Seguía siendo un excelente corredor; el 13 de septiembre de 1981 volvía a batir el récord del mundo de los 5000 metros. Según él mismo confesaría, la noche anterior había pillado una monumental borrachera y apenas había dormido. Pero ya nada volvería a ser lo que era. En 1982, con sólo 30 años, en franca decadencia física y completamente desmotivado, Henry Rono decía adiós a la alta competición.
Su dependencia del alcohol le había costado su carrera, sus amigos e incluso perder la mayor parte del dinero que había ganado. Quiso volver a Kenia, pero allí fue rechazado por los suyos, que llegaron a decirle que era "una desgracia para Kenia". Así que regresó a EEUU, donde pasó por trabajos de baja cualificación (lavacoches, maletero) e incluso vivió en la calle durante algún tiempo.
Finalmente, Rono logró salir de la espiral autodestructiva en la que estaba sumido. Dejó la bebida, comenzó a trabajar entrenando al equipo de atletismo de un instituto de Alburquerque (Nuevo México) y volvió al atletismo, compitiendo en categoría de veteranos, demostrando que aún posee el coraje y el talento que lo llevaron a lo más alto del atletismo mundial.


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