Verba volant, scripta manent

sábado, 7 de mayo de 2011

Soldados fantasma en la batalla de Mons


La noche del 22 al 23 de agosto de 1914 se produjo en las inmediaciones de la localidad belga de Mons el primer gran enfrentamiento de la Primera Guerra Mundial entre las tropas alemanas y las fuerzas expedicionarias británicas (BEF). Los británicos, pese a combatir con bravura, se vieron superados por la superioridad numérica alemana y se vieron obligados a retirarse, acompañados por el Vº ejército francés.
El 29 de septiembre de ese mismo año, el periodista y escritor Arthur Machen publicó en el periódico Evening News un relato titulado "The Bowmen", donde, con un lenguaje patriotero y enaltecedor, hacía un relato glorificando la heroica conducta de los soldados británicos en Mons, imaginándolos (esto era una invención literaria exclusiva del propio Machen) avanzando en la batalla acompañados por los fantasmas de los arqueros ingleses caídos en 1415 en la batalla de Agincourt contra los franceses. Lo que en modo alguno esperaba Machen era que poco después empezaran a aparecer relatos de supervivientes de la batalla que afirmaban haber visto a los mencionados espectros acompañándolos en su avance y retirada, e incluso interviniendo en los combates. De nada sirvió que Machen publicara una aclaración en la que afirmaba que lo de los fantasmas era única y exclusivamente una ficción fruto de su imaginación. La historia siguió extendiéndose y contándose como verídica, hasta convertirse en una de las leyendas urbanas más populares asociadas al conflicto.
¿Qué había realmente tras aquellos que afirmaban haber sido testigos de las fantasmales apariciones? ¿Eran personas con alteraciones mentales, causadas por lo que entonces se llamaban "nervios de guerra" y hoy conocemos como "Síndrome de Estrés Postraumático"? ¿Un caso de histeria colectiva? ¿Se trataba quizá de estafadores que buscaban fama y dinero contando una historia falsa? Quizá hubiera algo de todo. Una teoría más reciente habla de que el caso pudo ser manipulado por altos mandos militares como parte de una estrategia de propaganda bélica, para desviar la atención de lo que no había sido sino una derrota, heroica pero derrota al fin y al cabo, y elevar la moral de la tropa y el pueblo británicos.

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